ANOTACIONES SOBRE DIOS, ABSOLUTO, CREADOR O CUALESQUIERA QUE SEA LAS DENOMINACIONES QUE RECIBA EL SER ORIGINARIO DE TODO Y TODAS LAS COSAS.
Antes que nada, es preciso expresar mi más profundo respeto hacia todas las personas, de todas las latitudes, de todas y cada una de las profesiones religiosas, corrientes filosóficas y aun, hacia los mismos escépticos, ya que lo que estoy a punto de anotar, solo es el reflejo de mis experiencias individuales en torno a Dios y que no tienen otro objeto, que el manifestar, algo que resulta sumamente difícil, por no decir, imposible, que es precisamente, hablar de Dios, (Así le llamaremos en lo sucesivo, para tratar de abarcar lo mejor posible la idea del Ser Originario de todo y todas las cosas) tema que ha sido abordado desde los más remotos orígenes del ser humano.
Para hablar de Dios, lo primero que se tiene que comprender, es que no se puede hablar de él. Me explico. Tenemos que entender que Dios al tratarse de un ser increado, resulta imposible para un ser creado como nosotros, concebirlo o comprenderlo de forma directa.
En este sentido, la única forma que tenemos los seres humanos como seres creados para poder atisbar a Dios, es solo a través de sus efectos, es decir, a través de la creación misma, basados principalmente en el principio hermético de que “como es arriba, es abajo”.
Si partimos de la idea de que la esencia (Ser) que habita en el ser humano, es una manifestación de la inteligencia de Dios sobre la tierra y que esta es una unidad, Dios debe ser por ende, una unidad, es el número 1 del rayo de creación, por tanto es incorruptible, inmaculado.
Es el origen y razón de ser, de todo y todas las cosas, animadas e inanimadas, aunque el concepto de animación debe ser visto desde el punto de vista biológico, como aquello que pertenece al mundo “vivo”, ya que en esencia todo en el universo se encuentra animado, desde la perspectiva de que todo está en movimiento perpetuo.
Dios es el principio y el fin, en sí mismo de todo y todas las cosas, es el origen y receptáculo final de todo lo creado, porque al final de las cuentas, todo lo creado es él mismo Dios expresándose como Dios Manifiesto, es decir, Dios en un acto de amor infinito, se disgregó a si mismo en todo lo conocido y desconocido del universo.
Desde esta simple perspectiva, negar la existencia de Dios, sería negar nuestras propias existencias, negar que todo lo que existe en el universo no se rige por leyes perfectamente identificables, observables, medibles y repetibles, sería negar la existencia de todo lo que conocemos y aun de lo que desconocemos, y sabemos que existe.
Por ello con el Trabajo, es posible atisbar, vislumbrar a Dios desde nosotros mismos, desde nuestras esencias, ya que cuando tratamos de mirar a Dios con los ojos del cuerpo, éste no aparece por ninguna parte, pero si lo miramos desde nuestro interior como esencias, desde el mundo real, vemos que Dios aparece por todas partes.
Por ello, desde la perspectiva del mundo real, del Trabajo se llega al convencimiento de la existencia de Dios, pero también de que Dios, de acuerdo con las leyes del rayo de creación, nos guste o no, no interviene de forma directa en los asuntos del hombre, debido a la infalibilidad de éstas, que operan de forma autónoma en su beneficio, sí, leyeron bien, en su beneficio, ya que solo pudo crear lo que creó si esto le iba a arrojar un beneficio y esto, es por supuesto y por lógica, su propio crecimiento, ya que al igual que él, nosotros como esencia (hechos a imagen y semejanza) estamos aquí para crecer, lo que hacemos en el Trabajo, es lógicamente en nuestro propio e individual beneficio.
Dios es la unidad. Al igual que el número uno, que es el origen de todos los números que le siguen, sigue siendo uno al ser dividido o multiplicado por si mismo. Es un todo constante y perenne, es móvil e inmóvil a la vez, todo tiene su origen a partir de él.
Dios por tanto, es lo que somos y somos lo que Dios es, en distintas escalas de frecuencia vibratoria pero somos uno y lo mismo. Somos unidades dentro de una unidad, así que de ahí que actuar en nuestro beneficio, sea actuar en beneficio de Dios, es “cumplir con su voluntad, así en la tierra como en el cielo”. De la creación y su beneficio, surgen dos fuerzas originarias existentes en todo el universo, la del amor y la del bien, por lo que entonces solo existirán el amor y el bien, odio y mal, son dos cosas inexistentes, ya que en todo caso lo que existirá será una ausencia de amor o ausencia de bien.
En resumen, cada vez que YO SOY, DIOS ES EN MI Y YO EN ÉL. Así de bello y grande es el resultado del trabajo sincero en uno mismo.
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