Recientemente escribí y publiqué en las redes sociales, algunas anotaciones en torno a la ley de tres y el hilo lógico. Derivado de ello recibí de una buena amiga un comentario que me causó gran regocijo al preguntarme si una vez comprendido los alcances de la ley de tres y del hilo lógico sería posible llegar a la imperturbabilidad de la que gozan los Grandes Maestros de la humanidad, dicho de otra manera de hombres que han arribado a estados superiores de conciencia y liberarse con ello de las nefastas oscilaciones del péndulo, a lo que respondí, que su percepción era exacta, ya que mediante la triada correcta no solo es posible, es una consecuencia directa el salir de la influencia de la ley del péndulo, comprendió la razón por la cual adjunté una imagen de la cruz celta a la reflexión, tema que me propongo abordar en esta ocasión.
La ley del péndulo, ha sido conocida desde tiempos inmemoriales, ya Hermes Trismegisto en el antiguo Egipto y contemporáneo de Abraham, la había declarado como el “principio de polaridad” en el Kybalion, de la siguiente forma:
«Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.»
Esta Ley, que es la del péndulo, nos enseña la “existencia” de los opuestos que en realidad, solo son los dos extremos de una misma cosa, consistiendo la diferencia, simplemente, en los diversos grados que se presentan entre ambos.
Un ejemplo es el calor. Los opuestos de los que hablamos únicamente son formas “didácticas” que usamos para comprender una misma cosa, ya que el frío en realidad no existe, lo que se presenta es una ausencia de calor, es decir, que los dos opuestos, son una misma cosa, con sus correspondientes extremos.
Ahora estos mismos extremos de los opuestos, los podemos ver desde el punto de vista psicológico: simpatía-antipatía, agrado-desagrado, amor-odio, ira-calma, angustia-tranquilidad, ansiedad-serenidad, etcétera, etcétera, pero todos absolutamente todos, son solo una misma cosa, dicho de otra manera: los opuestos son de las cosas que están ahí pero no existen.
Sin embargo, las personas oscilan de un estado a otro, sin darse cuenta y mucho menos se percatan de cuando, en ese movimiento, pasan por el punto neutro, el punto de equilibrio, en el cual los dos estados dejan desaparecen, el estado de la mente neutral.
En este sentido, tenemos que el péndulo también opera en el tiempo, en el lapso que existe entre el nacimiento (pasado) y la muerte (futuro) de un ser humano, de ahí que nunca le es posible estar en el presente absoluto, ya que una persona normalmente vive pensando ya sea en lo que lo ocurrió o bien en lo que le puede ocurrir, no existe la “sensación de estar aquí y ahora”, en la que normalmente se dan estados psicológicos muy variados, desde la nostalgia hasta el temor de lo que le puede suceder, que si lo ligamos con el tema de la ley de tres, pensemos por un solo instante, el impacto que puede generar en una persona con una ley de tres interna equivocada y sus
inevitables repercusiones con las leyes de tres externas que se producirán.
En este oscilar entre estados y tiempo, el hombre nunca llegar al punto de equilibrio, que en el Trabajo se le conoce como “mente neutral”. A todo esto se preguntarán como nos podemos librar de las oscilaciones pendulares y como dejar de mantener la mente polar, para arribar a la mente neutral mediante la unión de los opuestos como generadores del equilibrio.
Pues bien, como todo en el Cuarto Camino, que es un Todo Orgánico, para evitar estar en el influjo de la ley del péndulo, es necesario aplicar en nosotros mismos, todas las herramientas que el Trabajo nos proporciona, como lo son la observación de sí, la no identificación, la meditación objetiva, la consideración externa, pero fundamentalmente, la primera de las mencionadas, ya que quien mantiene una mente polar nunca podrá tener pensamientos de altura y calidad y quien logra mantener un estado de mente neutral, genera un alejamiento psicológico, que a su vez origina la tan anhelada libertad interior.
Una persona que logra mantener una mente neutral se ubica en el presente absoluto y por ende, en la posición correcta para conseguir el desarrollo y evolución del espíritu, lo que a su vez es posible mediante la observación de sí, moviéndose ya por medio de la voluntad y ya no a través de los deseos y las emociones que sólo se encuentran en la mente polar.
La mente neutral, es pues necesaria para el crecimiento y evolución espiritual, pues nos permite observar los opuestos sin oscilar del uno al otro y en su caso, percibir, su movimiento durante el período de oscilación, imperceptible desde la mecanicidad.
Aquí cabe recordar que en casi todas las consideradas como escrituras sagradas, en este caso los evangelios del nuevo testamento, se encuentra contenido de forma simbólica como influencias B, una gran cantidad de conocimiento cuyo objeto es contribuir al desarrollo de la conciencia de sus receptores.
Así tenemos que el que llama Jesús, Reino de Dios o Reino de los Cielos, simboliza el arribo a estadios superiores de conciencia en la infinita escala evolutiva.
Para el tema que nos ocupa, nos interesa particularmente el pasaje contenido en el versículo 33, del capítulo 6, del evangelio según Mateo que dice:
“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas e cosas os serán añadidas.”
De este mensaje, se desprende que el reino de Dios o de los Cielos, no es lugar al que se arriba después de la muerte del cuerpo físico, sino que es algo completamente alcanzable dentro de la vida, es decir, que es posible lograr estados de conciencia superiores antes de morir.
¿Y qué es lo que significa ese mensaje simbólico? Si el reino de Dios es un estado superior de la conciencia, quiere decir que llegando a él es posible también arribar a su justicia, término que lleva implícito el equilibrio. No de balde tenemos que la justicia esté representada por una mujer vendada que sostiene en una mano una balanza en perfecto equilibrio. La mujer por antonomasia simboliza a las emociones que siendo controladas, evitan que la balanza se incline de un lado o del otro. La balanza son los opuestos, que estando en equilibrio, representan el estado de mente neutral al que debe arribar el hombre para lograr escapar del influjo de la ley del péndulo.
Existe un símbolo que mucha gente se cuelga del cuello, símbolo que no es nada reciente y que ahora se relaciona con una de las confesiones religiosas con mayor número de adeptos a nivel mundial: el Cristianismo.
Este símbolo es la cruz, pero la cruz es un símbolo que muestra una enseñanza extraordinaria y tremendamente profunda.
Con este símbolo es perfectamente comprensible la ley del péndulo.
La línea vertical, es la que corresponde al nivel de ser en la que tanto se puede ascender (evolucionar) como descender (involucionar).
La línea horizontal, es la de la vida y del tiempo, que será relativa al nivel de ser de una persona, es la que se mueven los diferentes grados de los opuestos, de pasado a futuro y viceversa o bien de un estado negativo a un positivo y viceversa, la del hombre mecánico o dormido, que no puede ser detenida y mucho menos observada debido al estado en que se encuentra.
Pongamos un ejemplo:
Tenemos un hombre al que invitan a una fiesta, lo que de momento le provoca una gran alegría (estado positivo) y está esperando ansioso la hora de la misma para irse a divertir de lo lindo (futuro).
Llegado el momento, llega a la fiesta comienza a saludar a los asistentes y ¡Zas! Se encuentra a una exnovia a la que había querido mucho acompañada de otro hombre, sin darse cuenta de la oscilación, revive en su mente su convivencia con ella (pasado) y se pone triste (estado negativo) por no haber permanecido como su novio.
¿Notan como el hombre “penduleó” de un estado y de un tiempo al otro sin percatarse de ello?
Sigamos con el mismo ejemplo y con el mismo hombre.
En esas estaba el hombre, cuando se acerca un amigo acompañado de una bella mujer, se la presenta y sin darse cuenta se ponen a conversar, de un momento a otro su estado cambia de tristeza a alegría (estados negativo a positivo) por la posibilidad que se le presentaría de tener una nueva relación amorosa (de pasado a futuro). El hombre volvió a “pendulear”. Y así, es la vida de este hombre a cada momento de su vida. Vive ausente de sí mismo siempre.
Se mueve siempre en la línea horizontal y en el mejor de los casos, permanece en el mismo nivel de ser.
Pero ¿Qué pasaría con un hombre o mujer que desarrollan conciencia?
En el mismo ejemplo, el hombre se observaría a sí mismo y se percataría de que sus yoes le quieren arrebatar su paz, inactivaría a los mismos y con ello, con claridad mental, se ubicaría en presente absoluto y lo viviría intensamente regocijado por existir, sin importar lo que haya pasado antes o lo que pudiera pasar después, se colocaría en estado de mente neutral y con ello, estaría incrementando su nivel de ser moviéndose en la línea vertical.
Ha logrado llegar al reino de Dios o de los cielos y a su justicia, por consecuencia la añadidura, es que un hombre consciente, un hombre que vive en su presente absoluto, puede solucionar cualquier evento que la vida le ponga.
Sin embargo, si tomamos como válida la teoría de la recurrencia, tenemos que la línea horizontal forma parte a su vez de una espiral, que si se sube por la línea vertical, será una espiral ascendente y si se baja, será una espiral descendente, en la que las vidas se repiten de forma incesante. Solo en la espiral ascendente es posible, “modificar” los posibles futuros de las vidas sucesivas y esto se logra solo, por más increíble que parezca, cambiando los “pasados”.
¿Cómo se da este fenómeno? Muy simple. Si tomamos como base que en la teoría de la recurrencia (tema que será tocado en otra ocasión) se establece que, nacemos siendo los mismos, en el mismo “carril” de tiempo y espacio, en el que si no desarrollamos conciencia, todos los eventos de nuestra vida se seguirán repitiendo y viceversa, si trabajamos interiormente, dejaremos de recurrir, y por tanto, cambiando el futuro de la actual espiral, modificamos el pasado de la
siguiente recurrencia y por ende, el futuro de ésta.
En este sentido, si se logra no estar bajo la influencia de la ley del péndulo, no solo logramos cambios inmediatos sino que también dejamos de recurrir o por lo menos nos colocamos en una situación que conseguirá que nuestras recurrencias sean diferentes.
Bien, pues a grandes rasgos se ha realizado el intento por explicar la ley del péndulo, que al igual que los demás aspectos del Cuarto Camino, no puede ser visto sino en razón del todo orgánico que conforma este conocimiento, pero que para efectos meramente didácticos, se tocan por separado.
La finalidad, contribuir en la medida de lo posible que los que ya se encuentran en el Trabajo, refuercen lo que ya saben y también para los que no lo están, les surja el interés para buscar más allá del velo de la poderosa hipnosis de la vida.
Demetrio Escalona González
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