Es muy difícil persuadir a un hombre de que no es consciente y de que no puede ser consciente a voluntad. Es particularmente difícil porque aquí la naturaleza utiliza un divertido engaño. Si le preguntas a un hombre si es o no consciente, responderá que él es consciente y que es absurdo decir lo contrario, porque te oye y te entiende. Y no le sobraran razones, aunque a su vez estará bastante equivocado… Este es un recurso de la naturaleza para condicionarnos en el engaño.
Este hombre tendrá bastante razón, porque tu pregunta o puntualización le ha hecho vagamente consciente por un momento. Sin embargo al instante, la consciencia habrá desaparecido, pero recordará lo que dijiste y lo que respondió, y se considerara a sí mismo ciertamente consciente.
En realidad, la adquisición de la «auto-consciencia» significa trabajo largo y duro. ¿Cómo puede un hombre estar de acuerdo con este trabajo si piensa que ya posee la misma cosa que se le promete como el resultado de largo y duro trabajo?.
Naturalmente, un hombre no comenzará esta tarea y no la considerara necesaria hasta que se convenza de que ni posee «auto-consciencia» ni nada que se le parezca conectado con ella; es decir, unidad o individualidad, “yo” permanente y voluntad.»
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