Todos los seres humanos, en todas las épocas y durante su existencia responsable siempre se han visto impelidos a buscar una explicación que les permita conocer las leyes que rigen el universo y tal vez lo más importante, su origen, la razón de su existencia y paso por este planeta.
En el primero de los aspectos encontramos que la humanidad siempre ha dividido ésta búsqueda en dos grandes rubros: El mundo de lo visible y el mundo de lo invisible que conllevaría por supuesto a la respuesta de la segunda inquietud.
Es evidente que buscar una respuesta fácil, ya sea desde el punto de vista netamente científico, filosófico o religioso, sería a todas luces incorrecta pues nos encontraríamos ante la parcialidad de un conocimiento que desde sus particulares puntos de vista, lo haría, pero de aplicar uno solo de ellos, caeríamos en un dogmatismo en virtud de que cada uno descalifica al otro y le niega veracidad.
La búsqueda pues debe enfocarse a encontrar en todos y cada uno de ellos, lo que yo llamaría “pequeños trozos de verdad” y que indudablemente todos tienen, aceptando que la verdad no puede ser absoluta en la medida en que desconozcamos a ciencia cierta cuales son los principios básicos que rigen al universo y por ende al ser humano.
Aquí es donde, tanto las religiones, como la filosofía y la ciencia, se olvidaron de un importante hecho: EL HOMBRE MISMO como la posible respuesta a todas las interrogantes antes planteadas, el interior de cada hombre, su aspecto psicológico es un campo de estudio fértil e inexplorado, pues se trata de un trabajo meramente individual que sumado al conocimiento ordinario, contribuye grandemente a desentrañar otros de los grandes enigmas ¿Qué es en realidad un ser humano? y ¿Cuál es en realidad el significado de su existencia?
Para comenzar, todo hombre tiene que entender o por lo menos tratar de entender al universo y el lugar que ocupa el ser humano en éste, formar como decía Ouspensky, “su propio modelo del universo por más imperfecto que éste sea”. Sólo quienes conocen esto, pueden acercarse a la verdad o como dijo Goethe “El Hombre se conoce a sí mismo sólo en tanto conoce el mundo; conoce al mundo dentro de sí mismo y tiene conciencia de sí sólo dentro del mundo”.
Tomando como base lo anterior, nos podemos percatar que el ser humano vive sumido en un sueño profundo, en una ilusión individual y colectiva, basados que lo que Roger Bacon consideró como una de las causas del error humano, refiriéndose concretamente a la pereza mental de quienes aceptan algo como verdadero, simplemente porque ha sido dicho por sus antepasados. Ejemplos tales como las guerras, desnudan la impotencia de los individuos frente los hechos que se encadenan y precipitan y aunque se esgriman diversos argumentos para explicarlos, lo que es evidente es que todo se encuentra fuera de su control, esto es, actúan de forma mecánica, con lo efímero de sus opiniones y lo sin sentido de sus acciones, sin darse cuenta de que son la expresión manifiesta de la inteligencia de Dios sobre este planeta, dicho de otra forma ESPÍRITUS, pero esos espíritus están dormidos, “muertos” pues lo que anima al ser humano es una gran cantidad de conductas adquiridas y contradictorias entre sí, grabadas en la maravillosa computadora orgánica llamada CEREBRO, que siendo la digna casa de un espíritu y el medio primordial para su liberación, la gente no usa sino para cosas vanas, ruines y mezquinas, como lo son todos los movimientos que en su diario andar realiza ésta.
Alfredo De Sanjuan
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