Rodenstock era un empleado de una oficina pública, que diariamente acudía a su trabajo que realizaba eficiente, pero mecánicamente.
A sus 40 años, Rodenstock no se había casado y vivía solo, en una vivienda del centro de la Ciudad, de esos viejos pero acogedores departamentos que aun subsistían de los años cincuentas del siglo pasado y que para él era demasiado grande.
Tal vez lo único que de alguna forma lo mantenía fuera de la rutina era su afición por el fenómeno OVNI, coleccionando toda clase de libros, revistas, publicaciones, videos y cualquier otro material que podía conseguir sobre el tema, de hecho una de las dos recámaras de su departamento la tenía destinada precisamente a conservar su colección, algo así como su museo particular en el que se encontraba desde un simple recorte de periódico, hasta figuras a escala de supuestas naves extraterrestres y alienígenas.
Asiduo asistente a conferencias del tema, ofrecidas por charlatanes y no charlatanes, también se había convertido en un vigilante de los cielos, con binoculares, cámaras de video, cámaras digitales y telescopios; el cuarto de servicio que tenía en la azotea del edificio, lo había transformado en un auténtico observatorio.
No obstante ello, nunca había tenido la fortuna de contactar visualmente con ninguno de los ansiados ovnis y mucho menos con los míticos extraterrestres.
En su vida pública, era un hombre taciturno, discreto, reservado, quizá debido a que las experiencias que la vida le había dejado, no eran del todo agradables y lo que poco a poco originó que se fuera aislando.
Rodenstock, solo tenía dos amigos, o al menos así los consideraba, los únicos con los que realmente se abría de capa, Víctor e Irene.
Lo que lo unía a Víctor era su supuesta afinidad en cuanto a su gusto por los ovnis.
A diferencia de Rodenstock, Víctor era más joven que él, totalmente extrovertido, simpático, dicharachero, de buen talante, con fama de Casanova en la oficina, era el animador de todas las fiestas y reuniones y aunque su salario no era ostentoso, siempre encontraba la forma de gozar de pequeños lujos, que para dárselos poco le importaba crear deudas que le generaban un cúmulo de problemas económicos impresionante.
Víctor siempre trataba de animar a Rodenstock a ser un poco más alegre, lo invitaba a sus frecuentes fiestas y parrandas o si era posible a salir con chicas, pues le decía que vivía demasiado solo, que sería bueno que se buscara una parejita con la que pudiera compartir su vida, situación con la que evidentemente Rodenstock no estaba de acuerdo.
Era frecuente que Víctor para salir de sus apuros económicos, acudiera constantemente con Rodenstock para pedirle dinero prestado, que normalmente jamás le pagaba, eso debido principalmente a que Rodenstock en el transcurso de los años, había hecho para sí un buen colchón financiero, que le permitía en ese aspecto llevar hasta cierto punto una vida económicamente desahogada.
Pero hablemos de otro de los personajes de nuestra historia, que como más adelante se verá jugó uno de los papeles principales en ella, se trata de Irene, mujer de unos treinta años más o menos, soltera, físicamente guapa y una de la pocas, por no decir la única, que procuraba cierto acercamiento con Rodenstock, pues en el fondo le agradaba y una de las pocas también, que no había caído en las “garras” de Víctor, extrovertida sí, pero solo por lo que se refería al ámbito laboral, ya que en lo concerniente a su vida privada era extremadamente discreta.
A Irene le molestaba hasta cierto punto que Víctor abusara de Rodenstock como lo hacía, pues intuía que su supuesta amistad, no era solo más que la máscara con la que éste se cubría para aprovecharse de la buena de fe de Rodenstock, ya que percibía la forma en que Víctor se movía para satisfacer únicamente sus intereses.
No fueron pocas las ocasiones, en que Irene, se acercó a Rodenstock para tratar de abrirle los ojos respecto de dicha relación, pero él no le daba la menor importancia y le decía que él aceptaba a su amigo tal como era, de la misma forma en que él la aceptaba a ella, lo que originó que ella optara por no hablarle a Rodenstock más del tema.
A su vez, era innegable que entre Rodenstock e Irene existía una extraña atracción mutua, rara porque no solo se constreñía al aspecto meramente físico, sino a una especie de coincidencia psicológica en la concepción que de la vida tenían ambos, relación que no había pasado de la amistad, principalmente por los temores que Rodenstock tenía respecto a iniciar una relación que pudiera ocasionarle una decepción amorosa como las que había sufrido con anterioridad, por lo que era muy raro que hablaran fuera de la oficina.
Víctor a su vez y sabedor de que no era de las simpatías de Irene y en cierta forma envidioso de la “suerte” de su amigo en relación con ella, se desvivía en críticas en contra de ella y siempre que se presentaba la oportunidad, la aprovechaba para destilar su veneno, no solo con todos los que laboraban en la oficina sino con el propio Rodenstock también, quien ante dicha palabrería, optaba solo por guardar silencio o decirle que la respetara de la misma manera en que él lo respetaba y que dijera lo que dijera, ella seguiría siendo su amiga.
En el fondo, Rodenstock sabía que se mentía a sí mismo al considerar a Víctor su amigo, pues si bien era cierto que éste solo se mantenía cerca por su dinero, usando su supuesta afición por lo ovnis como una pantalla, también lo era que Rodenstock lo utilizaba a él no solo para mitigar su soledad, sino también y tal vez sin darse cuenta de ello, para ejercer poder sobre Víctor, un sutil poder que basaba en la certeza de que la agitada vida que llevaba Víctor, le obligaría tarde o temprano a solicitarle su apoyo económico.
Rodenstock en alguna ocasión, le había confesado a Irene que su afición por los ovnis, se había originado en cierta forma por la decepción interior que sentía con respecto a la humanidad y el estado de decadencia en la que ésta se encontraba, tan terriblemente material y enfocada únicamente a satisfacer intereses banales y mundanos, pensando que tal vez al existir otro de tipo de civilizaciones y formas de vida, estas serían menos violentas y que su concepción del universo, por tanto sería otra que pudiera cambiar al ser humano; Irene quien a pesar de no creer en esas cuestiones, coincidía con Rodenstock en ese aspecto, en el sentido de que las cosas no estaban bien, pero a la vez le decía a éste que el cambio, si es que hubiera una posibilidad de que se diera, debía comenzar en uno mismo.
Así las cosas, un día como cualquier otro, Irene se vio sorprendida gratamente por Rodenstock, cuando éste se acercó a su lugar de trabajo, siendo esto poco más o menos lo que ocurrió:
- Hola Irene, ¿Cómo estás?
- Bien, ya sabes… aquí terminando uno de los “urgentes” de mi jefe que siempre anda a las prisas… ¿Y tú?
- Bien, también…dándome una vueltecita para despejarme un poco, pues he tenido un día bastante pesado.
- .. ¿A que debo el honor de tu visita? Nunca te separas de tu “amiguito”…pero bueno ese es una causa perdida…ya bien sabes lo que pienso…
- Bueno, sí , sí…pero eso no viene al caso ahora, vine a saludarte y a … pero si te molesto…
- No, no, nada de eso, por el contrario me da mucho gusto que hayas venido, pero ya despertaste mi curiosidad, algo más me venías a decir ¿Qué es?
- Bueno, es que no sé como empezar…
- Anda, ya dímelo, no seas tímido, no te voy a comer…
- Esta bien, tú sabes que a mí gusta todo eso de los ovnis …y pues…sucede que en el Teatro Principal, hay una de esas exposiciones de lo oculto, en la que se impartirá una conferencia sobre el tema, con lo último en investigaciones, pruebas y videos del fenómeno…y pensé…que tal vez te gustaría acompañarme.
- ¡¿Es en serio?!
- Bueno ¿Tengo cara de chiste? O que…
- No, lo que pasa es que no puedo creer que tú, Rodenstock, me estés invitando a salir, realmente estoy estupefacta…
- Bueno ya lo dije, pero… si no tienes tiempo o tienes otros planes…
- ¡No hombre!, tengo la tarde libre y estoy encantada de acompañarte aunque ya sabes que yo no creo mucho en eso, pero siempre es bueno conocer cosas nuevas, uno nunca sabe…
- Entonces ¿Aceptas?
- ¡Claro!´|1
- ¿Paso por ti a la salida?
- ¡Hecho!
Fue así como Rodenstock e Irene, fueron a la citada conferencia, después fueron a comer algo y como ésta formaba parte de una clase de exposición de las mal llamadas “esotéricas”, se dieron gusto en recorrer los stands que la integraban, donde había de todo, tarot, quiromancia, meditación, naturismo, flores de Bach, lectura de café, caracoles, reiki, metafísica, budismo, astrología, magia blanca, magia negra y una cantidad impresionante de las autodenominadas ciencias ocultas, hasta que ya casi para terminar, llamó la atención de ambos un stand totalmente diferente a los demás, sin decoración, pintado en partes iguales de blanco y negro, cuya única publicidad era un letrero que decía “Quien aquí se acerque y pregunte, solo obtendrá la Verdad”.
Quien lo atendía, era un solo hombre, de edad mediana, más bien maduro y que abstraído leía ávidamente un libro de pastas negras y sin título visible alguno.
Fuertemente intrigada, Irene instó a Rodenstock:
- ¿Y este? ¿De qué será?, no tiene libros a la vista o cartas ni velas, ni inciensos ¿Cómo ves? ¿Vamos?
- Sí claro – contestó Rodenstock – ¿Porqué no?
Se dirigieron al enigmático local y ya estando ahí Irene fue la primera en hablar:
- Buenas noches señor, nos llamó mucho la atención el anuncio que tienen aquí ¿De que se trata? ¿Es una suerte adivinatoria como las otras que están por aquí?
- No, nada de eso Madame – respondió con un marcado acento extranjero el misterioso hombre – nada de eso, sino que como lo dice aquí solo obtendrán la Verdad, la pregunta es ¿La quieren conocer?
- ¡Claro que sí! Pero ¿Es acerca de nuestro futuro o algo por el estilo?
- No, Madame todo lo contrario, pues entre otras cosas, es sobre su pasado.
- ¿El pasado?¿Qué chiste tiene saber algo sobre nuestro pasado? Eso cualquiera lo conoce.
- ¿Está segura?
- Si, claro.
- Bueno, ¿Me podría decir que hizo este mismo día, a esta misma hora, pero hace diez años?
Irene con una expresión, combinación de asombro y de cierta molestia le contestó:
- ¡Claro que no!…como voy a acordarme, si ese día no ocurrió nada de lo que deba acordarme…
- ¡Ah! – repuso el hombre – eso quiere decir que ese día, solo fue otro día más de su vida, absurdo, rutinario, aburrido, sin sentido, en el que solo hizo lo que ha venido haciendo hasta ahora, es decir, vivir por vivir, sin hacer nada absolutamente por usted, carente de significación alguna.
- ¿Cómo que nada? Entonces todo lo que tengo ¿Me lo regalaron o qué? He trabajado como burro de sol a sol, para ser lo que soy y tener lo que tengo ¿Eso no es nada?
- Lo sería si por un solo instante se hubiera detenido a pensar qué y quien es usted y cuál es la razón de su existencia en este planeta, ¿Lo sabe? ¿Porqué ha vivido? ¿De donde viene y hacia donde se dirige? ¿Cómo y porqué se ha movido como se ha movido? ¿Cómo y porqué le ha sucedido lo que le ha sucedido?
- ¡Ah Caray! ¿Cómo que qué o quién soy? Pues soy una mujer, me llamo Irene, soy secretaria del Director General de Difusión Social y trabajo en el Ministerio de Comunicación.
- Veamos, es una mujer, su nombre es Irene, es secretaria y por último trabaja en el Ministerio de Comunicación, ¿Se pueden ser cuatro al mismo tiempo o es solo una? Pues primero es una mujer, luego es Irene, es secretaria y trabaja en X parte, ¿Es una o son varias? Pues supongo además que también es hija, es hermana y posiblemente novia del caballero que la acompaña ¿Cuántas llevamos? ¿Siete?, una de ellas es servicial y eficiente, otra es respetuosa y responsable, otra soñadora, otra inconforme, otra platicadora, otra alegre, otra triste, otra enojona… y así podemos continuar sin terminar, ¿Cuál de todas es usted?
- ¡Caramba! Ya me puso en aprietos, nunca lo había pensado así…
- Pues como verá, la verdad resulta aquí que no es una sino muchas, cada una de las cuales asume un papel distinto, de acuerdo con el escenario que el gran teatro de la vida le presenta ¿Cierto o falso?… ¿Cuál Irene es ahora la que habla? ¿Cuál es la intención de cada uno de sus actos? ¿Qué teme cada una? ¿Qué espera cada una de la vida? ¿Qué ama? ¿Quién es la que puede observar a cada “Irene” que aparece? ¿Las ha observado alguna vez? ¿Tiene un retrato en el tiempo de ellas del pasado que dice recordar?
- ¡Caspita! Le vuelvo a repetir que jamás lo había enfocado de esa manera…pero entonces si no soy lo que pienso que soy, entonces ¿Qué soy para usted?
- La pregunta debiera más bien formulársela usted de la siguiente forma: ¿Qué es usted para usted, Madame? ¿La falsa imagen que se ha forjado en la ilusión y opiniones subjetivas de quienes le rodean? ¿En lo que siempre ha escuchado? ¿En lo que ha aprendido a repetir hasta el cansancio, sin estar convencida de lo que dice? ¿Cuántas veces se ha lamentado de sí misma y de la vida, culpándolas de lo que a usted le ocurre? ¿Cuántas veces ha permanecido inmóvil, esperando a que algo o alguien cambie las cosas para que éstas mejoren?
- ¿Qué puedo decir? Así no estoy segura de lo que soy para mí, solo escucho ahora muchas voces que tratan de responderle, sin que ninguna acierte a dar la respuesta adecuada, unas me dicen que me quede y otras que me vaya, que está usted loco. Sin embargo percibo una lejana y casi imperceptible voz que ahora me dice que habla con la verdad, por primera vez en mi vida, tengo esa sensación de certeza que me llevaría a esa verdad tan anhelada desde que soy adulta.
- Vaya – le dijo nuestro extraño amigo – parece que vamos por buen camino, pues por primera vez se ha observado y para observar se requiere de por lo menos dos, uno que observa y uno que es observado; queda claro que es lo que observa, pero ¿Quién o qué es lo que lo observa? Eso nada más ni nada menos, Madame, eso es lo que es usted, un ser olvidado y reprimido entre una multitud de usurpadores de su existencia, que ahora comienza por fin a tomar vida, a despertar de su letargo, morir para luego renacer de las cenizas como el Ave Fénix a una nueva vida… y usted caballero ¿Qué piensa?
- ¡Ufff! Que puedo decirle… que lo que le ha dicho Irene es como si me lo hubiera dicho a mí, en pocas palabras siento un gran vacío en mi interior…un vacío que por fin, siento que puedo llenar…
- Eso es excelente para ambos, pero deben saber que de así desearlo, están por iniciar un largo e inexplorado camino para ustedes, es decir, el de su propio interior y el de su íntima interrelación con el universo entero, bajo el principio de que nada de lo que yo les haya dicho deben aceptarlo a pies juntillas, sino que deben hacerlo propio, vivirlo por ustedes mismos, liberándose de esa terrible niebla e hipnosis en la que han vivido.
La conversación se vio interrumpida abruptamente cuando de repente, apareció Víctor, quien sabiendo de la conferencia también asistió a ella y que por alguna u otra causa no se había percatado de la presencia de Rodenstock y de Irene, que recorriendo la exposición fue a encontrarlos en el local ya mencionado y dirigiéndose a ellos, riendo y con tono irónico, les dijo:
- Mira, mira a quienes me vengo encontrando aquí, nada menos ni nada más que al grandioso Rodenstock y a la bella Irene…¿Qué pasó Rody, no que no ibas a venir…condenadote…que guardadito te la tenías…quién iba a pensarlo…Irene y tú…
Rodenstock, una vez repuesto de la sorpresa, mirando a Irene le contestó a Víctor:
- No empieces con tus sandeces ahora Víctor, realmente quería que Irene viniera conmigo y si quieres…puedes permanecer aquí con nosotros escuchando a este caballero, que vieras que es realmente interesante lo que nos ha dicho…
- ¡Bah! Yo pasé por aquí antes que ustedes y son puras tonterías, eso del sueño, eso de la vida como tu maestra y tu guía…si quieren quedarse… allá ustedes…yo no pienso perder más mi tiempo…mira quien me espera…es Carolina, ¿A poco no es un forrazo?…la vida amigo mío no la debes desperdiciar en cosas intangibles y abstractas…la vida se hizo para vivirse y punto, no hay más…bueno mis queridos tortolos los dejo…que hoy me espera mucha acción…bye, bye.
El caballero que atendía el stand, permaneció en silencio durante unos minutos y luego les dijo a Rodenstock e Irene:
- ¿Notan lo que les dije? Para conocer la verdad, hay que desear conocerla y buscarla, la decisión es suya aquí y ahora, observándose atentamente, decidan que sendero es el que quieren recorrer…
No se supo que sucedió después con Rodenstock e Irene, pero la pregunta ahora se la hago a usted mi querido lector… Si algún día por un azar de la vida, se llegaran a encontrar con ese sujeto misterioso… ¿Dejarían pasar la oportunidad de ser como el Ave Fénix y renacer de las cenizas?
Píenselo mientras…vuelve a nacer…
Al fin y al cabo…goza de una eternidad para ello…
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