CUENTO DE UN LOCO- LA MONTAÑA (ALFREDO DE SANJUAN)

CUENTO DE UN LOCO-ALFREDO DE SANJUANLA MONTAÑA

 

Las vidas de Casandra y Emiliano, habían transcurrido como las de cualquiera de las personas que habitan este planeta, con los problemas cotidianos y su consiguiente sufrimiento por haber perdido lo más importante que una persona debe tener: SU SIGNIFICADO DE VIDA.

 

Decepcionados y hartos ya de su monótona existencia, ambos, por separado se habían enfrascado en una búsqueda, pero una búsqueda que verdaderamente encontrara eso que llenara ese vacío interior de una forma objetiva, irrefutable.

 

No sabían que lo que los podía saciar, no estaba en el mundo exterior sino en sí mismos y más cerca de lo que pensaban.

 

Cansados pues, de la rutina de su vida, llegaron al punto de darse cuenta de la vacuo y vano que era el mundo como se le concebía y de algo que los aterrorizó, de que parecían estar vivos sin estarlo de verdad, todo era como un sueño recurrente, que se repetía una y otra y otra vez, en una espiral que parecía no tener fin, moviéndose por instinto como animales de laboratorio, cuyo aprendizaje limitado les impedía salir de ese laberinto y ser libres.

 

Ese hastío, estaba a punto de desaparecer y de una forma en la que jamás, ninguno de los dos se hubiera imaginado jamás.

 

El periódico de mayor circulación en la ciudad, había publicado en una de sus planas, un extraño desplegado, en el cual se anunciaba una singular competencia, pero que por lo mismo resultaba muy atrayente.

 

En las bases del concurso, se establecían entre otros requisitos menores, los siguientes:

 

1.-     Ser sinceros consigo mismos.

2.-     Deseo real de ser libre y conocer la verdad.

3.-     Estar preparados y perfectamente equipados o por lo menos el deseo de que se les prepare y equipe debidamente.

4.-     Conocer el camino o bien demostrar un interés real y sincero de conocerlo y recorrerlo.

5.-     Hacer el trabajo de forma individual, pudiendo en su momento realizarlo con la compañía de otro (a).

6.-     Tener deseos de despertar.

7.-     Estar dispuestos a generar espíritu de sacrificio.

 

El concurso en cuestión, consistía en escalar una montaña virgen, una montaña que nadie antes había escalado y con la característica curiosa de que ninguno de los participantes sería considerado perdedor, sino que bastaría con emprender el camino hacia la cima, para ser ganador y como premio, la obtención de su libertad, la adquisición de su voluntad y el conocimiento de la verdad objetiva.

La montaña estaba plagada de adversidades, de maleantes y ladrones, de bestias y reptiles inmundos, que estarían permanentemente al acecho para evitar que los escaladores lograran su propósito.

 

Por su parte, Casandra y Emiliano, en otro día que parecía ser como cualquier otro, leyeron cada cual por separado (pues aun no se conocían), el anuncio ya mencionado y quedaron no solo intrigados, sino también impactados, como si por ese momento hubieran despertado de un largo e inmemorial sueño, sintiéndose ajenos a todo aquello cuanto los rodeaba y VIVOS, ¡Sí!, VIVOS por primera vez en mucho tiempo.

 

Como durante su adolescencia y juventud, Casandra y Emiliano habían practicado el alpinismo a su más alto nivel e impulsados por la curiosidad que les produjo el aviso, decidieron acudir al lugar mencionado en las bases del concurso para inscribirse en él, al fin y al cabo esto los sacaría de la monotonía.

 

Al llegar al domicilio en cuestión, se percataron que la mesa de registro se encontraba a la entrada de un amplio salón, pulcro pero extremadamente austero y sencillo por lo que a la construcción, mobiliario y decoración se refería; había una larga fila de aspirantes que deseaban inscribirse en tan peculiar competencia, en la que coincidentemente, Ana y Fred quedaron juntos.

 

A manera de hacer más soportable la espera, Emiliano inició la plática con Casandra, hubo química, afinidad y una indescriptible e inexplicable atracción interior, sin embargo, los dos se mostraban discretos y reservados, pues ambos por experiencias anteriores, no querían equivocarse de nuevo.

 

No obstante, mientras conversaban parecía que el tiempo no transcurría, cada cual relató su vida al otro, como si tratara de una vieja película de Hollywood, pero a diferencia de ocasiones previamente experimentadas, percibieron una sensación distinta, de paz y de alegría nunca antes sentida y que de momento desbalanceó a ambos.

 

Desde lo más profundo de su ser, sintieron que era algo nuevo, pues además de que se atraían y que para cada cual, el otro, cubría “todos los requisitos normales”, establecidos y adquiridos, la relación entre ellos se fue dando en una atmósfera de libertad y sin temor, difícil de explicar, como si “algo” en su interior los condujera.

 

Para ese entonces, no sabían con certeza cuanto tiempo había pasado y de pronto se encontraron en la antesala del salón, donde les fueron tomados sus datos y entraron por fin a éste.

 

Ya instalados, entre una gran cantidad de aspirantes apareció un hombre de mediana edad, que una vez que se presentó, precisó ya con mayor profundidad y claridad  cuales serían las reglas del concurso, destacando dos ellas:

 

1.-     El trayecto solo puede y debe realizarse individualmente, pudiendo ser acompañado por una o más personas, si así lo deseasen, en la inteligencia de que si por algún motivo desfallece uno de ellos en el camino, se deberá continuar, no sin antes preguntar al compañero caído, si desea o no continuar, respetando irrestrictamente la decisión que este tomara, pues una vez iniciado el ascenso, el tiempo para cada quien está contado.

 

2.-     La montaña virgen a escalar sería ¡Sí! ¡Sorpréndanse!, UNO MISMO, sería un viaje a ese desconocido interior, al recuerdo y conciencia de lo que somos y hacia donde vamos, por lo que se reitero que el viaje era netamente individual.

 

Hubo gritos y protestas de aquellos que se sintieron ofendidos, por considerarlo una broma de mal gusto y que de alguna forma esperaban algún tipo de retribución, por lo que cargando con su egoísmo, vanidad y “dañados gravemente en su dignidad”, profiriendo toda índole de maldiciones a los cuatro vientos, se retiraron del lugar.

 

Pero hubo quienes se quedaron y decidieron emprender ese viaje, especialmente Casandra y Emiliano.

 

Con gran entusiasmo lo iniciaron, adquiriendo el conocimiento para hacerlo, para abatir a los maleantes y ladrones y sortear a las bestias y reptiles inmundos que se llegaban a interponer en su camino y con el paso del tiempo, tomaron la decisión libre de formar una pareja, despojándose para ello del temor, odio y esperanza, brindándose en consecuencia un amor y un apoyo extraordinario, tendiéndose la mano cada vez que alguno tropezaba, recorriendo el camino con paz y alegría por existir, sin importar pasado o futuro, solo su presente absoluto.

 

No obstante y como era natural, durante sus dos particulares trayectos, Ana y Fred, tuvieron ciertas dudas, era necesario convencerse de si lo que estaban haciendo era lo correcto o no.

 

Ante dicha situación, fue preciso hacer una pausa en el camino, por lo que decidieron dialogar y determinar con precisión la naturaleza de ese amor, sin olvidar por supuesto su significado de vida, que era la ascensión de la montaña, basando sus razonamientos en fundamentos objetivos, juzgando por los “frutos”, se encontraron de acuerdo de que en relación con experiencias anteriores, esto no solo era nuevo, sino bello y fascinante, pues pudieron exponer sus ideas sin temor, sin reproches, confrontándolas con libertad y con respeto y que si decidían seguir el trayecto juntos, sería por voluntad, sin egoísmo, amando y dando si esperar nada, esto no sin advertirse mutuamente que la caída de uno no detendría al otro.

 

Pero ¿Cómo convencerse de que estaban actuando correctamente?, Eliminando a los maleantes, ladrones, bestias y reptiles inmundos que abundaban en el camino, viviendo su aquí y su ahora, con plena certeza de su significado de vida, sin tener en consideración el pasado o el futuro y con la convicción de que ese amor provenía ciertamente de lo que ellos eran en realidad: ESPÍRITUS, el cual sería reconocido por sus efectos, paz, alegría por existir y de compartir cada cual su vida con el otro en pleno ejercicio de su libertad, asumiendo cada quien la responsabilidad de sus actos, despojados ya del temor y la esperanza, un amor sino del todo consciente, sí con características y propiedades de éste último, defendiendo cada quien lo que le pertenece, concibiéndolo como una hermosa oportunidad de lograr, paso a paso, con paciencia y persistencia, una comunión interior, única para su individual evolución.

 

Al final, nunca se supo que fue lo que ocurrió….. pues esta es una historia sin fin…. lo seguro es que de cualquier forma….. algún día….. se encontrarán en la cima de la montaña.

 

 

“El verdadero amor, echa fuera el temor,

pues el temor lleva en sí castigo, de donde el

que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.”

 

Primera Epístola de San Juan Apóstol

4:18.

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