Max Reed, mataba el ocio leyendo el New York Times en su oficina, tomando de una botella de whisky y fumando con gran ansiedad un cigarrillo, esperando a que la diosa fortuna le enviara un cliente, que le generara algún ingreso pues las cuentas del arrendamiento de su departamento y las del despacho que rentaba, llevaba tres meses sin pagarlas, ya que últimamente no le había caído ningún trabajito que le reportara ganancias substanciales, solo había realizado investigaciones menores de localización de deudores y una que otra relacionada con maridos y esposas infieles.
Max era un expolicía retirado de Nueva York, que montó su despacho como detective privado puesto que el dinero de su jubilación le resultaba insuficiente, no solo para subsistir, sino también para cubrir la pensión que con motivo de sus dos anteriores divorcios tenía la obligación de dar a sus exesposas y sus tres hijos y aunque en realidad se había casado tres veces, la última de sus esposas había fallecido, a causa de un cáncer de matriz, que por falta de un diagnóstico oportuno se le diseminó por todo el cuerpo.
Curioso que esto haya sucedido, pues Max en esta ocasión creyó haber encontrado por primera vez el amor verdadero, por lo que cuando Estela murió su mundo se derrumbó, pues el tenía sus últimas esperanzas de vida cifradas en ella, ocasionando que cayera en una depresión que lo terminó arrastrando al alcoholismo y en cierta forma a vivir su vida de forma por completo automática, es decir, como un auténtico robot, sin importarle si despertaba o no despertaba vivo al día siguiente, sumado a esto que la relación con sus hijos era por completo nula, como si él no existiera para ellos y viceversa.
La etapa de su vida por la que pasaba, solo parecía ser una repetición de días y días, sin sentido alguno, casi como una película en la que las imágenes pasaban de forma reiterada y sin cambio, esperando de alguna forma que la muerte fuera compasiva con él y acabará con su sufrimiento de una vez por todas.
Conocedor de cada uno de los rincones de la Gran Manzana, tenía sus oficinas en un edificio de las calles de Brooklyn Heights, podrá imaginarse no era de aspecto muy agradable que digamos, por lo que de la misma manera, es posible imaginar la clase de clientes que acudían con él a solicitarle sus servicios.
En esos momentos, solía recodar sus tiempos de gloria en el Departamento de Policía, en los que fue considerado como uno de los mejores detectives de homicidios, en el que había resuelto crímenes que en un principio parecían insolubles de asesinos en serie, de los que ni el FBI llegó a tener pista alguna; aquel caso en el que estuvo a punto de perder la vida al estar involucrado en un sangriento tiroteo del que derivó una lesión irremediable en su pierna derecha, razón de su retiro, su cojera y su inseparable bastón, otro motivo que tenía de más para sentirse frustrado y con gran resentimiento no solo hacia la gente sino a la vida misma, considerando que ninguna persona había sabido valorar su sacrificio personal en pos del bien común.
Fue por ello que se tornó en hombre hosco, rudo, de pocas pulgas, que a la menor provocación, lo convertían en un hombre agresivo y violento, cargado en pocas palabras de amargura y odio, que acabó por completo como se dijo, con sus deseos de vivir.
Tan distraído se encontraba en este torbellino de pensamientos, que no se percató que a su oficina había entrado un hombre, vestido de traje con un portafolios, de imponente, enigmática pero a la vez tranquila y agradable presencia, que se acercó a su escritorio, veamos que ocurrió:
- Buenos días, disculpe ¿Es usted el señor Max Reed?
- ¿Quién le busca y que quiere usted en mi oficina? – respondió sorprendido y molesto Max – Ni siquiera tuvo la delicadeza de tocar la puerta.
- Perdone usted, pero es que toqué en repetidas ocasiones y como…la puerta estaba abierta, me tomé el atrevimiento…
- ¡Vamos! ¡Vamos! Al grano – lo atajó bruscamente Max – Yo soy Max Reed, ¿Qué demonios se le ofrece?
- Bueno, – Contestó el hombre sin turbarse en absoluto – verá yo no vivo en esta ciudad y al llegar aquí contacté con algunos amigos y les comenté que requería de los servicios de un buen detective, discreto y eficaz…uno de ellos me comentó que usted era el mejor de la ciudad y pues mi intención es precisamente la de contratar sus servicios para una búsqueda que no es nada fácil.
- Muy bien, no le quitaré mucho tiempo ni a usted ni a mí, mis honorarios son de…
- Señor Reed, por el dinero no hay problema…es necesario que primero sepa a grandes rasgos de que tratara el trabajo y quien decidirá si lo toma o no es usted, ya que implica un gran riesgo, es decir, me refiero hasta perder la vida en el intento…
- ¡Vaya! El asunto se empieza a poner interesante, – contestó ya más tranquilo Max – pensé que se trataría de otro esposo “cornudo”…usted sabe… eso es muy común en estos tiempos… pero bueno dígame de que se trata el “trabajito”.
- Bien, percibo que se ha despertado en usted una curiosidad que estoy seguro hace mucho tiempo no sentía, pero bueno…le explicaré, mi nombre es Susej Le Onerazàn y me dedico a la búsqueda y comercio de objetos raros, antiguos y auténticos, que normalmente no tengo problemas en encontrar y vender a mis clientes, que van desde alfombras, libros, pinturas, instrumentos musicales, muebles y una infinidad más de cosas, pero en ésta ocasión, uno de mis clientes, tal vez el más raro de todos, me pidió algo que es prácticamente imposible obtener…se trata de unos pergaminos del siglo I de nuestra era, que se le atribuyen a varios de los discípulos de Jesús, escritos en arameo, lengua que se hablaba en aquellos tiempos…que a juzgar por lo que me dijo mi cliente, sería un bombazo si éstos fueran hechos del conocimiento público, pues pondría en graves aprietos a todos los jerarcas de las corrientes cristianas existentes, incluida su autoridad temporal y terrenal…ya debe imaginarse de lo que le estoy hablando.
- ¡Uffff! ¡Vaya que si es un buen “trabajito”, pero amigo, creo que se equivocó de persona, yo no soy arqueólogo no antropólogo…
- No, no, sé donde se encuentran esos pergaminos, el problema es que no es posible acceder a ellos sino es sustrayéndolos del domicilio de su poseedor…
- ¡Oiga amigo, eso es robo y es un delito lo que me pide que haga…
- Lo sé, yo mismo me hubiera abstenido de hacer todo lo que estoy haciendo de no haber visto una copia de la traducción de un fragmento de uno de los pergaminos de los que le hablo, créame, vale la pena que se hagan públicos y aunque sé que lo que dicen no causará impacto en la gran mayoría de la gente, sé también que habrá algunos, muy pocos, a los que les abrirá los ojos y despertarán del engaño y sueño en el que se hayan sumidos.
- ¿Y eso a mi qué? – contestó molesto Max –
- Mire, le mostraré la copia de la traducción del fragmento que conservo del pergamino mencionado y si decide no tomar el trabajo, no haré más comentarios y me iré sin decir palabra de su oficina ¿De acuerdo?
- Está bien, pero no sé que pueda decir ese papiro o como se llame, para que me pueda hacer cambiar de opinión.
Acto seguido, Susej sacó de su portafolio una copia del documento que más o menos tenía escrito lo siguiente:
“Como se dice que eres mi gemelo y mi amigo verdadero, examínate a ti mismo y comprende
quien eres
como vives
y que será de ti.
Dado que te llaman hermano mío, no deberías ser ignorante de ti mismo. Sé que comprendes algunas cosas, pues ya comprendes que yo soy el conocimiento de la verdad. Mientras estás caminando conmigo, aunque ignoras otras cosas, ya has obtenido conocimiento, y serás descrito como uno de los que se conoce a sí mismo. Pues
quien no se conozca a sí mismo
no sabe nada,
más quien se conozca a sí mismo
ya ha adquirido conocimiento acerca
de la profundidad del universo.
…
Si lo que puede verse te resulta oscuro
¿Cómo puedes comprender lo que no puede verse?
Si los hechos de la verdad que son visibles
para el mundo te resultan difíciles de cumplir,
entonces, ¿Cómo cumplirás cosas que son invisibles,
cosas relacionadas con las exaltadas grandeza y plenitud?
…
Todos los cuerpos de humanos y animales son irracionales desde el nacimiento. A decir verdad, esto es claro por la forma en que una criatura…Los seres que vienen de arriba, sin embargo, no viven como las criaturas que vosotros podéis ver. Sino que derivan su vida de su propia raíz, y su cosecha proporciona nutrición para ellos.
Estos cuerpos que podéis ver, por otro lado, se alimentan de criaturas como ellos, y por esta razón están sujetos a cambios. Todo lo que está sujeto a cambios perecerá y se perderá, y no tiene más esperanza de vida, porque este cuerpo es un cuerpo animal.
…
Bienaventurado Tomás, esta luz visible brilla sobre ti, no para mantenerte aquí, sino para hacer que te vayas. Cuando todos los elegidos dejen a un lado su naturaleza animal, esta luz se retirará de su ser, y su ser le dará la bienvenida debido a su excelente servicio.
…
Todo el que busca la verdad de la verdadera sabiduría formará alas para irse volando y escapar de la pasión que inflama los espíritus humanos. El buscador formará alas con el fin de escapar de todos los espíritus que pueden verse.
…
Algunas personas tienen alas pero corren detrás de lo que pueden ver, lo que está lejos de la verdad. Porque el fuego que las conduce dará ilusión de verdad, y brillará sobre ellas con verdad transitoria. Las hará prisioneras de los deleites de las tinieblas, y las capturará en placeres aromáticos.
…
Este fuego ha atado a estas personas con cadenas, y atado todas sus extremidades con el amargo lazo del deseo de cosas visibles, las cuales cambian y fluctúan a su impulso. Semejantes personas son siempre arrastradas hacia abajo. Cuando se les da muerte, se unen a todos los animales inmundos.
…
Bienaventurada la persona sabia que busca la verdad.
Cuando uno la encuentra, descansa en ella para siempre,
Y no teme a aquellos que quieren perturbarle.
…
Entonces el fuego que esas personas ven las hará sufrir, debido a su amor por la fe que otrora tuvieron. Serán devueltas al reino visible. Además, esas personas que pueden ver en el reino visible serán consumidas, sin ese primer amor, en su preocupación por la vida y el bramar del fuego.
…
Además, el reino les es arrebatado, toda vez que
aman los deleites del fuego,
son esclavos de la muerte
y se deleitan en la inmundicia.
…
Más estas personas, siendo necias y locas, son felices en las angustias de esta vida. Algunos de los que acuden corriendo a esta locura no se dan cuenta de que son necios, sino que creen que son sabios. Se ven atraídos a la belleza del cuerpo, como si no fuera a perecer.
…
Tomás contestó: Nos has convencido, Señor.
Hemos llegado a esta comprensión y ahora está claro: esto es como es y tu palabra es suficiente para nosotros. Más estos dichos que pronuncias son risibles y ridículos para el mundo, pues son mal interpretados. ¿Cómo podemos salir y predicarlos, toda vez que el mundo no nos respeta?
…
¡Ay de vosotros
que tenéis esperanza en la carne,
y en la prisión que perecerá!
¿Cuánto tiempo dormiréis? ¿O creéis que lo que juzgáis imperecedero no perecerá? Basáis vuestra esperanza en el mundo y vuestro dios es esta vida. ¡Estáis destruyendo vuestras almas!
…
¡Ay de vosotros prisioneros, pues estáis atados en cuevas!
¡Os reís! ¡Expresáis vuestro deleite con risa necia!
¡No os dais cuenta de que seréis destruidos, no os dais cuenta de vuestra situación. No comprendéis que vivís en tinieblas y muerte!
…
Las tinieblas se han alzado sobre vosotros como la luz,
pues habéis cambiado vuestra libertad por la esclavitud.
Habéis oscurecido vuestras mentes,
habéis entregado vuestros pensamientos con
el humo del fuego de vuestro interior!
¡Vuestra luz ha sido escondida dentro de una nube oscura!
os habéis encariñado con la ropa inmunda
que vestís,
y os habéis aferrado a una esperanza que no es esperanza!
…
Vigilad y rogad para que no nazcáis en la carne, sino para que podáis dejar las amargas ataduras de esta vida.
Después de darles lectura, Max con el rostro demudado, permaneció inmóvil durante algunos minutos, en los que los hojeaba y los hojeaba y los volvía a releer, hasta que por fin dirigiéndole la palabra a su cliente, le dijo:
- ¡Uffff! ¿Me jura que lo que acabo de leer existe?
- Se lo aseguro, o acaso con su basta experiencia, ¿No sabría distinguir entre alguien que le está diciendo la verdad, de alguien que le está mintiendo? Además dígame que podría ganar yo con decirle una mentira.
- Es que – dijo titubeante Max – esto francamente me conmovió hasta lo más profundo de mi ser…es realmente impactante…esto realmente repercutiría en muchas cosas…si yo mismo me siento diferente…
- ¿Por qué lo dice Max?
- No lo sé, no lo sabría expresar con palabras, hasta antes de que usted entrara, créame que mi vida no tenía sentido alguno y es como si con lo que dicen estos textos, gran parte de ella se viera reflejado en ellos y francamente …no sé como decirlo… es como si algo en mi interior me gritara que todo eso es vano, irreal, fantasía pura, no lo sé…
- Sé perfectamente a lo que se refiere, créame yo también viví todo lo que ahora está experimentando, pero también le puedo asegurar que lo escrito en esos pergaminos, no es otra cosa que la verdad, cuando uno consigue dejar la multiplicidad de personas contradictorias que habitan en nuestra mente para transformarse en una unidad, la verdad que se genera en principio viene de su razonamiento, hasta que llega al grado de sentir la convicción de que esa verdad yace en el interior de uno mismo; la percepción del mundo y en general del universo, nos transforman en seres que han comprendido por fin el significado de su existencia en este planeta y otorgándonos por tanto libertad, la real libertad, en otras palabras solo esa verdad puede hacernos libres, libres de esa irrealidad, de esa fantasía e ilusión en la que vivimos inmersos, como bien lo ha dicho usted y créame amigo que ese proceso de comprensión, es largo, muy largo, pero estoy seguro que bien vale la pena.
- ¿ Y dice que esto que me mostró es solo un fragmento? ¿Eso quiere decir que hay más?
- Si, así es en efecto, hay más y no quiero imaginar todos los que durante estos más de dos mil años, se perdieron o fueron destruidos, más aun, todo lo que Jesús hizo y dijo, no cabría en unos cuantos pergaminos, pues sucede que aun y con lo poco que se conoce de él, la gente sigue sorda y ciega en cuanto al verdadero sentido y contenido de sus palabras; ¿Y bien toma el trabajo?
- Lo tomo y no descansaré hasta encontrarlos, pero lo haré con una sola condición…
- Como le dije, si es por el aspecto monetario…
- No, nada tiene que ver con el dinero, que en este momento es el que menos me importa, la condición es que si tengo éxito en la empresa, se comprometa conmigo a mostrarme la traducción completa de esos pergaminos… y si lo sabe, que intuyo que así es, me indique quien es la persona apropiada para guiarme, en ese que estoy seguro será un largo pero hermoso camino hacia la liberación ¿Está de acuerdo?
- Por supuesto.
Ahí terminó la conversación de ambos personajes, evidentemente sería ocioso saber que sucedió con posterioridad, creo que en ese aspecto, será trabajo del lector sacar sus propias conclusiones y ¿Por qué no? Iniciar cada cual, la búsqueda de esos pergaminos perdidos, en la inteligencia de que no tendrán que ir muy lejos…lo dicho en ellos…está dormido dentro de nosotros esperando ansiosos que sean develados.
O ¿No lo piensa así?
Nota importante:
El texto del pergamino de esta historia fue trascrito directamente del Libro Secreto de Tomás, contenido a su vez en el libro titulado “Las enseñanzas secretas de Jesús”, cuyo autor es Marvin W. Meyer, Editorial Crítica, España.
Dicha publicación encierra la traducción de los textos de Nag-Hammadi, ciudad del centro-este egipcio, situada a unos 50 kilómetros al sur de Qina, en la cual fue hallada, en 1945, una colección de 52 manuscritos escritos en lengua copta, pertenecientes a los primeros años del cristianismo. Se trata de traducciones hechas, en el siglo IV d.C., de unos originales griegos, traducciones a su vez del arameo, que datarían aproximadamente de dos tres siglos antes, en esto no se han puesto de acuerdo los expertos, que conforman 12 códices y que constituyen una importante fuente de información para aquellos que gustan de la investigación de la vida de Jesús. La colección incluye escritos atribuidos a algunos de los apóstoles de Jesucristo, como el apócrifo Evangelio de santo Tomás.
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