CUENTOS DE UN LOCO-EL CONGRESO (ALFREDO DE SANJUAN)

CUENTO DE UN LOCO-ALFREDO DE SANJUANEL CONGRESO

 

La ciudad estaba agitada, todos los habitantes realizaban sus labores cotidianas pero un sentimiento de expectativa y esperanza los embargaba. La razón de lo anterior, estribaba en que por primera vez en siglos, tendría verificativo el Primer Congreso Mundial Unificador de Religiones.

 

Si, resultaba verdaderamente insólita la celebración de un evento de la magnitud y alcances del Congreso citado, pues en este se reunirían representantes de todas las Religiones del mundo, cuyas pugnas, desde tiempos ancestrales, habían ocasionado, destrucción, odio y derramamiento de sangre de millones de seres humanos inocentes a lo largo de la penosa historia del ser humano.

 

La intención principal de dicho Congreso, era lograr algo que nadie jamás antes había conseguido: La Unificación esencial de las confesiones religiosas del ya maltratado planeta tierra.

 

De la celebración de ese Congreso a la fecha, las cosas han cambiado radicalmente, las fronteras de los países se han borrado, las guerras han desaparecido, la contaminación ambiental es sólo una pesadilla del pasado, la delincuencia y la violencia, forman ahora parte de una página negra de la historia de la humanidad.

 

Tal vez el lector de las generaciones presentes y futuras, se pregunte como fue posible ese cambio tan radical, en una especie tan conflictiva, belicosa y violenta como lo era la humana por ese entonces.

 

Lo que se narra ahora, forma parte de la nueva historia de la humanidad y seguramente será lo más natural para los nuevos habitantes del planeta tierra, pero venga en favor de aquellos seres del universo que aún se hallan en la misma situación en la que alguna vez nos vimos involucrados nosotros.

 

Yo soy uno de los pocos testigos presenciales y sobrevivientes de aquella época en que sucedieron los hechos que más adelante detallaré, pues a la fecha cuento con ciento cincuenta años de edad y que gracias a los adelantos de la ciencia médica me hacen solo aparentar unos sesenta.

 

Pues bien, han de saber que el Congreso referido, fue organizado por un hombre ejemplar, cuyo nombre y por razones obvias no tiene caso mencionar, lleno de un carisma único y extremadamente magnético, por lo que logró acaparar la atención de los miles de millones de habitantes del planeta.

 

Curiosamente, se eligió como ciudad sede de tan importante evento, a Roma como un presagio de lo que sobrevendría.

 

Por fin el día había llegado y tal importancia revestía el Congreso, que el mismo se transmitiría en vivo y en directo por televisión a todo el mundo.

 

Se dieron cita, los representantes de todas las corrientes religiosas existentes en ese entonces, católicos, musulmanes, judíos, budistas, protestantes, sintoístas, lamas, por citar algunas y hasta los mismos escépticos.

 

Tuvo lugar el inicio del Congreso, cuyo Presidente de Debates, fue el propio organizador del mismo, dándole a cada representante de cada religión, la oportunidad de expresar las virtudes de su respectiva religión, incluyendo por supuesto la opinión de los escépticos, llegando en algunos momentos a caldearse los ánimos, sin embargo, con mucha facilidad nuestro personaje los calmaba, instándolos a la tolerancia y al respeto.

 

Lo que siguió después, sólo puede ser descrito transcribiendo textualmente las palabras de nuestro buen hombre:

 

«Pues bien, todos y cada uno de ustedes, nos han ilustrado y han defendido admirablemente vuestras posiciones.

 

Como conclusión de todo ello, hemos de obtener un denominador común para todas las religiones aquí representadas, con la sola excepción de los escépticos que no opinan igual:

 

Todas coinciden en la existencia de un Ser Supremo, Creador de todo, cuyo legado máximo es el amor y la fe.

 

Pero aquí cabría preguntarse si la fe realmente existe o es sólo una ficción, para ello solicito la presencia de cada representante de las religiones existentes y de los escépticos, para que me ayuden a realizar un experimento que nos sacará de dudas a todos.»

 

Así, un representante de cada religión pasó con nuestro héroe y entonces ocurrió lo siguiente:

 

«Gracias por su invaluable cooperación, ahora quiero que me digan que posibilidades creen que tengamos todos nosotros de cambiar la composición de este vaso con agua para transformar su contenido en vino.»

 

Resumiendo la respuesta de los representantes, le dijeron:

 

«Con fe y conocimiento de sí mismo, todo es posible, no obstante, el ser humano está tan lleno de temor, orgullo, vanidad, odio y de rencor que no lo creemos factible.»

 

El escéptico contestó:

 

«¿ Es broma? el agua no puede cambiar así como así su composición química.»

 

Acto seguido, nuestro personaje, le pidió a cada uno de los representantes que verificarán el contenido del vaso, asintiendo todos que se trataba de agua simple.

 

Tomó el vaso entre sus manos y poco a poco el agua fue tomando una tonalidad rojiza, a la par de que el techo del auditorio donde nos encontrábamos, se transformó en la bóveda celeste y todos y cada uno de los ahí presentes sin darnos cuenta, tornamos nuestras ropas en túnicas blancas y el agua…. se convirtió en vino.

 

Ante dicha experiencia, todos quedamos atónitos y el organizador, solicitó a los representantes incluido el escéptico, que probaran el contenido del vaso y todos sin excepción, dijeron asombrados: » Si, en efecto, es vino.»

 

Entonces, el hombre artífice del prodigio dijo: » Si ustedes los hombres, se olvidaran de sus rencores, sus diferencias inútiles, sus tontos egoísmos, sus odios y por un solo momento tuvieran fe, esta y mil proezas más conseguirían.»

 

Nadie acertó que decir nada en ese momento, solo el escéptico, con un nudo en la garganta y con una voz casi imperceptible, tuvo fuerzas y se atrevió a preguntar a nuestro misterioso hombre:

 

» ¿Quién es usted realmente, para afirmar lo que afirma y hacer lo que hace?

 

Nuestro personaje con una sonrisa inocente y casi infantil, le contestó:

 

“La mayoría de ustedes los hombres me llaman… Dios.»

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