No se puede trabajar fácilmente con las ideas y modos religiosos ordinarios. Recuerde el dicho que se refiere a poner el vino nuevo en viejos odres.
Este trabajo, este sistema de enseñanza, estas nuevas ideas que nos han sido legadas de fuentes conscientes y superiores, son las cosas más hermosas que es posible imaginar, y debemos valorarlas en su estudio y verificación. Solo lo acusan de estar dormido. No hay convicción de “pecado” en ellas. Le piden muy gentilmente que se observe a sí mismo. Es usted quien debe acusarse a sí mismo. Es usted el que debe descubrirse a sí mismo.
Tomemos una de las ideas de la enseñanza: la idea fundamental acerca de la “esencia”. Esta enseñanza nos dice que la esencia de cada uno de nosotros proviene de las estrellas. Recuerde el “Rayo de Creación”. La esencia proviene de la nota La (Galaxia Estelar) y pasando a través de la nota Sol (el Sol) y luego de la nota Fa (la zona planetaria) entra en la tierra. No hemos nacido meramente de nuestros padres; nuestros padres crearon el aparato para la recepción de esta esencia que proviene de las estrellas.
Y todo trabajo, ya sea el trabajo personal, el trabajo con otros en el trabajo, o el trabajo para el trabajo en si —y estas son las tres líneas necesarias de trabajo para cualquiera que desea permanecer en este trabajo— nos trae de regreso al lugar de donde hemos venido originalmente. Ahora cada uno de nosotros esta aquí, en este sombrío planeta, tan bajo en el Rayo de Creación, porque el hombre tiene en sí mismo, “algo” especial, algún “factor” especial, un “rasgo principal” para ver, para observar, para llegar a tener conciencia y para empezar a sentirse insatisfecho, y de este modo para oponerse a algo.
Si un hombre o una mujer mueren sin haber entendido por que están aquí y cuál es la verdadera razón de su vida, ¿acaso puede dársele otro nombre más que el de tragedia?…
Cada uno de ustedes está aquí, en la tierra, porque desde el punto de vista del trabajo tiene que descubrir en si algo muy especial y muy importante y debe luchar contra esta cosa con toda su habilidad e ingenio, con toda su fortaleza de mente y voluntad y alma y corazón y cuerpo. Pero, si ustedes se enorgullecen de sus virtudes, lo que sucede es que el “farisaísmo” y la “falsa personalidad” aumentarán cada día de su vida y de resultas de ello se cristalizarán en tan estrechos puntos de vista y actitudes que llegaran a ser “gentes muertas”.
Ya me han oído hablar del significado de los muertos en los Evangelios, por ejemplo, en la observación de Cristo: «Que los muertos sepulten a sus muertos.» Los muertos son aquellos que están muertos para toda posibilidad de “trabajo sobre sí” y de este modo a toda posibilidad de cambio. Ahora bien, el trabajo solo se puede hacer en el espíritu de su propia belleza y luz, en el espíritu de su verdadero mensaje y significación. La vida en la tierra no es nada más que un terreno para el trabajo sobre si, de modo que se pueda regresar al lugar de donde se vino. Tomar la vida como un fin en sí es no comprender el “Trabajo”, y es la causa de una actitud equivocada que suele ser la fuente de muchas emociones negativas y de esfuerzos inútiles realizados en estados negativos. Porque trabajar de un modo negativo es inútil. Solo a través de alguna clase de deleite, de algún sentimiento de alegría o placer o de algún afecto o deseo legítimo una persona puede trabajar y efectuar cualquier cambio de ser en sí misma.
Un hombre puede tener algún conocimiento de la verdad, pero a menos que la valorice, a menos que sienta algún deleite en ella, no puede afectarlo. No actúa sobre él, porque un hombre se une a la verdad solo a través de su amor, y de esta manera su ser es transformado. Pero si es negativo, entonces su vida afectiva —es decir, su lado emocional— se halla en estado de confusión y es lo mismo que si estuviera atemorizado y se sintiera obligado a hacer algo contra su voluntad.
Hacer una cosa voluntariamente, por el deleite de hacerla, efectuara un cambio en uno mismo. Y cuando una persona empieza a levantar su propia «cruz» —es decir, carga con el peso de alguna cosa difícil que ha llegado por ultimo a observar— y lo hace en tal espíritu, entonces lograra un resultado. Pero si lo hace penosamente, con la “convicción del pecado”, nunca obtendrá nada, y en especial si muestra a otros lo que está tratando de hacer, y gusta parecer miserable o grave o triste.
A este respecto es menester recordar lo que Cristo dijo acerca del ayuno en el sentido de ungirse la cabeza y lavarse el rostro «para no mostrar a los hombres que ayunas». El “trabajo sobre sí” que deriva de la “convicción del pecado” pone en funcionamiento las partes negativas de los centros, y trabajar de un modo negativo conduce a un peor estado de sí que no trabajar en absoluto. Algunos tienden a trabajar en esta forma penosa. Pero nadie puede medir el deleite que la gente siente en hacerse desdichada y en gozar de sus estados negativos. Todos ustedes conocen y me han oído repetir a menudo que las partes negativas- de los centros no crean nada. Cuando oí por primera vez al señor Ouspensky decir que las partes negativas de los centros no pueden crear cosa alguna y que cuando la gente intenta trabajar de una manera pesada, triste, negativa solo consigue que su estado interior sea peor de lo que es — comprendí que lo que había sentido acerca de la “religión establecida”, era acertado. De pronto todo quedo formulado y explicado.
Este trabajo, si le prestan el mayor de los esfuerzos de atención y lo comprenden, puede ser una de las cosas más importantes que pueden escuchar. No habla del “pecado”, sino de “estar dormido”, del mismo modo que los Evangelios no hablan en verdad del pecado, sino solo de no “dar en el blanco”; la palabra griega significa esto. ¿Acaso prestamos atención al trabajo? Tengo un antiguo libro, compuesto por un hombre, que trata del trabajo de su época. Describe a un hombre profundamente dormido, acostado en la tierra, y una escala que se extiende hasta el cielo, y ángeles que tocan trompetas casi en el oído del hombre. Empero no oye nada. Esta dormido en vida, quizá sea millonario o una persona muy importante, o un amanuense extenuado, o una madre preocupada, y así sucesivamente.
Este trabajo es bello cuando se comprende el porqué de la existencia y su significado. Se refiere a la liberación. Es tan bello como si, después de estar encerrado muchos años en una cárcel, se ve entrar a un extraño que le ofrece una llave. Sin embargo, esta llave también puede ser rechazada por haber adquirido el hábito de estar en la cárcel y haber olvidado el origen, que proviene de las estrellas.
¿Cómo, entonces, será capaz de recordarse a sí, embargado como esta por pensamientos e intereses pertenecientes a la cárcel, y entregar su vida integra y no deformada y mancillada por las emociones negativas y todas las formas de identificación? Es muy “natural”, pues, rechazar la llave que podría abrir todas las puertas de la cárcel, una tras otra, porque prefiere quedarse en la prisión —es decir, como está en sí mismo. Aun mas, quizá se indigne y trate de matar al extraño y luche por su vida en la cárcel, y hasta sacrifique su vida con tal de permanecer en la prisión.
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