“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”
Epístola de Santiago 2:26
Una de las cuestiones de mayor trascendencia e interés dentro del conocimiento del Cuarto Camino, es la comprensión de lo que somos en realidad; y para ello, es ineludible e indispensable tocar el tema del cuerpo, el alma y el espíritu.
Para muchas confesiones religiosas existentes, prevalece la teoría de la dualidad de la naturaleza, que postula que el alma es el principio de vida gracias al cual los seres vivos tienen funciones vitales, pero que también sirve para referirse al principio de racionalidad y al principio que otorga identidad y permanencia a la vida psíquica. Aunque Aristóteles intentó moderar la contraposición alma/cuerpo, defendió, sin embargo, la existencia de una parte del alma humana -la parte intelectiva- radicalmente distinta del cuerpo, además inmortal. A esto se le conoció como dualismo antropológico, que implica la creencia en el carácter compuesto del hombre (compuesto de alma y cuerpo) misma que alcanzaría su máxima expresión en René Descartes, para quien el alma o mente, es una cosa con propiedades y modos explicativos radicalmente distintas a las propiedades y modos explicativos de los cuerpos.
Bajo este contexto, queda claro que toda posición que admita la tesis de que el hombre está compuesto por dos elementos distintos, se ubica sin duda, en la acepción del dualismo antropológico, cuya concepción más tradicional mantiene que el hombre consta de alma y cuerpo.
En el Cuarto Camino, la teoría dualista resulta insuficiente para explicar la naturaleza del hombre; ya que existe un tercer elemento que se convierte en el centro sobre el cual gira todo el conocimiento. Este tercer elemento que define al hombre como un ser trino, es la esencia o espíritu, que para muchos es lo mismo que el alma, sin que, como se verá más adelante, sea así.
En este sentido, tenemos que la esencia o espíritu, es nada más y nada menos, la expresión de la inteligencia de Dios sobre la tierra. Es el SER preexistente que como parte del Creador, se inserta en la materia orgánica que constituye otro de los elementos que componen al hombre, su cuerpo físico, pero no en cualquier materia orgánica o en cualquier cuerpo físico, sino solo en aquellos seres vivos, indiscutiblemente del reino animal, cuyo proceso evolutivo les ha permitido tener un órgano de percepción lo suficientemente capaz de recibir esa fuente de materia-energía sublime, de tener una conciencia de sí primordial, que le permita poner en contacto a la esencia o espíritu, no solo con ese cuerpo, sino con todo aquello que le rodea; ese animal, que pertenece al género Homo, es precisamente la subespecie Homo sapiens sapiens, el único que ha desarrollado un cerebro lo suficientemente capaz, como ya se dijo, de tener una conciencia de sí y de poder entablar una relación con el espíritu que lo ocupa, en una simbiosis perfecta.
Así tenemos que el alma (del griego ánima) es ese tercer elemento, que compone la triada del ser humano, pero a su vez tenemos que ésta se divide en dos aspectos: el biológico y el psicológico.
En el primero de ellos, encontramos que todos los seres vivos que habitan sobre la tierra, tienen ese elemento que los anima, que constituye la parte fundamental de la vida; este es nada más y nada menos, que lo que conocemos como la “molécula de la vida”… el ácido desoxirribonucleico o ADN; y que es la encargada de contiener la información de la vida. Su descubrimiento pasará a la historia como uno de los grandes avances del siglo XX. En el año de 1953, James Watson y Francis Crick descubrieron la estructura y el comportamiento del ADN, lo que les valió el premio Nobel de medicina en 1962.
El ADN está presente en todas las células y es el material hereditario que contiene toda la información genética que la célula necesita. Es semejante a una escalera en forma de caracol o espiral, y se le conoce como la doble hélice. La escalera de ADN está formada por dos cadenas que se unen por medio de peldaños. Los peldaños forman parejas gracias a cuatro pares de bases nitrogenadas llamadas nucleótidos, que se conocen como: adenina (A), timina (T), guanina (G), y citosina (C).
Aclarado lo suficiente lo que es el alma desde el punto de vista biológico, pasaremos a la parte que es de interés para el Cuarto Camino… la psicológica.
Es importante aclarar que cuando el ser humano nace, lo hace virgen de “alma psicológica”, es decir, sólo es esencia y cuerpo físico; sólo consta, como se verá en la descripción de los cuatro cuerpos del hombre, de dos cuerpos que posteriormente con la conformación del alma psicológica, tendrá los cuatro cuerpos (que se reducen a tres, con la fusión de las emociones y el pensamiento, como un solo cuerpo, el conocido como “nada organizado».
Es a través del tiempo y de su crecimiento, que el cerebro al recibir las impresiones del mundo externo, va tejiendo intrincadas y complejas redes neuronales, que a la larga vendrán a conformar lo que conocemos como personalidad y falsa personalidad, constituidas por las entidades psicológicas que conocemos como yoes. Se hace la distinción de lo que es la personalidad y la falsa personalidad, porque la primera, aunque formada de yoes también, a diferencia de la segunda, tiene por decirlo de alguna manera “yoes de alta calidad” y que hasta cierto punto tienen fundamento para su existencia. Fundamentalmente son los que conforman una moral primaria y también los que se forman con la primera educación, desde el preescolar hasta los estudios de postgrado o bien los que se han adquirido para el ejercicio de un oficio. Se dice que tienen fundamento porque se basan ya sea en el avance científico o en el desarrollo empírico de alguna actividad humana.
Desde esta perspectiva, nace la primera idea de lo que llamaremos “almas especializadas”, y son especializadas porque se enfocan a alguna rama del saber o de las actividades humanas. Ejemplos claros de ello, son los médicos, los ingenieros, los físicos, los químicos, los pintores, los músicos, los escultores, los carpinteros, los plomeros, los electricistas, etc. Estas serán llamadas “almas especializadas correctas”. El conocimiento de las profesiones, las artes o los oficios, se ha “cristalizado” en su psicología, convirtiéndose en un elemento típico y diferencial para cada alma, De ahí, que se diga muy comúnmente que, cada profesionista, tenga una “personalidad propia”, que lo caracteriza. Por ejemplo se dice: “El licenciado Rodríguez, desparrama su personalidad de abogado adonde quiera que va”.
Sin embargo, y para desgracia de la humanidad, existen también las “almas especializadas incorrectas”. No se necesita hablar mucho de ellas. Los ejemplos que tenemos son muy claros: un asesino serial, un político corrupto, un fanático religioso, un delincuente, son almas que también se encuentran cristalizadas.
Exactamente lo mismo sucede con la falsa personalidad, que a diferencia de la personalidad, no tiene fundamento, se conforma con los “yoes de mala calidad”, y es en la que se encuentra el sistema ideológico de una persona, sus creencias, sus falsas concepciones de sí mismo, de los demás, y de todo lo que le rodea; y que en casos extremos “cristalizan” a las almas especializadas incorrectas. En especial, el amor de sí, la falsa imagen de sí, la consideración interna y la identificación.
En condiciones normales, las almas (ambas) no suelen sobrevivir a la muerte física, pero existe la posibilidad de que parte del alma o el alma misma, subsista a dicha muerte.
Para comprender mejor lo que quiero decir con cristalización, resulta pertinente transcribir un pasaje de “Encuentros con Hombres notables” de Gurdjieff, cuya explicación resulta bastante esclarecedora:
“Ya que hablo de mi padre no puedo pasar en silencio su manera de encarar lo que se llama la «cuestión del más allá».
Tenía a ese respecto un concepto muy particular y, como siempre, muy sencillo. Recuerdo, la última vez que fui a verlo, haberle hecho una de esas preguntas típicas con cuya ayuda seguía yo desde hacía treinta años una especie de encuesta acerca de las personas notables que encontraba y que habían adquirido en sí mismas ciertos datos propios, para atraer la atención consciente de los demás. Le pedí, con las precauciones previas de que siempre me valía en semejantes casos, que me dijera sencillamente y «sin filosofar» qué opinión se había forjado en el curso de su vida, sobre esta cuestión: « ¿Tiene el hombre un alma y será esa alma inmortal?».
— ¿Cómo decírtelo? -contestó—. El alma que la gente atribuye al hombre y que según pretenden, después de la muerte prosigue una existencia independiente, y transmigra -en ella no creo. Y sin embargo, algo se constituye en el hombre en el curso de su vida; sobre este particular no tengo ninguna duda.
Me lo explicó así:
—El hombre nace con una propiedad gracias a la cual ciertas experiencias elaboran en él en el curso de su vida, una sustancia definida, y a partir de esa sustancia se forma poco a poco este algo capaz de adquirir una vida casi independiente del cuerpo físico.» Después de la muerte, este algo no se descompone al mismo tiempo que el cuerpo físico, sino más tarde, en cuanto se haya separado de dicho cuerpo.
«A pesar de que este algo está formado con los mismos elementos que el cuerpo físico, su materia es mucho más sutil y posee, según parece, una sensibilidad mucho mayor a toda clase de percepciones. Su fineza de percepción alcanza según mi parecer, la de… ¿Recuerdas la experiencia que hiciste con Sando, esa pobre inocente de Armenia?» Aludía a experiencias que había intentado, en su presencia, muchos años atrás, durante una estancia en Alexandropol. Trabajando con personas pertenecientes a los más variados tipos, las ponía en estado de hipnosis, de diferentes grados, con el fin de elucidar por mí mismo todos los detalles de ese fenómeno que los sabios hipnotizadores llaman exteriorización de la sensibilidad o transferencia de sensaciones dolorosas a distancia.”
Es precisamente en el alma donde radican los pensamientos y las emociones, que en una persona mecánica constituyen el “nada organizado”. ¿Por qué decimos que es el nada organizado? Pues porque precisamente, es en el que radica la falsa personalidad, ya que al carecer de fundamento, es la nada desde el punto de vista de la existencia de la esencia y organizado porque, se trata de un entramado psicológico muy complejo, que es el sistema ideológico de una persona, que será igual para una persona mecánica, sin importar, la raza, el credo y la cultura en la que se haya desarrollado dicha persona, salvo algunas excepciones en las culturas orientales, en las que de alguna manera, su sistema ideológico tiene ciertos fundamentos, como lo pueden ser, las que practican el budismo en todas sus vertientes o aquellas que profesan alguno de los distintos yogas que existen.
De ahí, que todo el trabajo interior que desarrolle el hombre, se trata de un trabajo en contra de la vida, en contra del alma, cuyo objetivo es y será precisamente, la construcción de “una nueva alma” que responda directamente a las órdenes del amo. (Esencia o espíritu)
Para comprender mejor lo anterior, cabe citar a Maurice Nicoll:
“Estas direcciones provienen de un lejano origen: Provienen de la Humanidad Consciente, de aquellos que están en un nivel muy por encima del nuestro. En función de la octava lateral del sol, provienen de aquellos que han alcanzado el nivel de ser y comprensión y conciencia, representado físicamente por el sol. Todos aquellos que han evolucionado han dejado tras sí memorias en la forma de enseñanzas, parábolas y otras instrucciones para aquellos que todavía están en la prisión en la tierra. Estos constituyen el mapa y la brújula, la carta, las instrucciones secretas y, en nuestro caso, el Trabajo mismo, si siguen estas direcciones, es decir, si piensan desde las ideas del Trabajo, dejarán de ser gobernados por la vida aun y cuando sigan viviendo en ella.”
“Debemos comprender que ir en contra de la propia alma es equivalente a ir en contra del amor de si o egoísmo y que aborrecer la propia vida es aborrecer al sí mismo que está formado y controlado por el amor de sí. En el nivel en que estamos se puede concebir el alma como un punto de intenso amor de si con el cual nos identificamos intensamente.”
Dicha circunstancia nos queda muy clara con la explicación gráfica de los cuatro cuerpos del hombre, mismos que se describen a continuación para cada uno de los dos casos mencionados con anterioridad:
Como podrá notarse, en las gráficas puede verse con toda claridad la ubicación del cuerpo físico, del alma y del espíritu o esencia, de tal manera que una persona consciente siempre actuará en relación con la vida y viceversa, una persona mecánica siempre reaccionará.
En el alma, radica precisamente la falsa personalidad, que se moverá en el «nada organizado», sin dirección y siempre a la expectativa de lo que la vida le ponga. Cabe señalar, que uno de los efectos fundamentales del desarrollo de conciencia es el incremento del ser, en frecuencia vibratoria. A mayor desarrollo de conciencia, menor será la densidad de materia; dicho de otra manera, a mayor frecuencia vibratoria, menor densidad de materia y viceversa; a menor frecuencia vibratoria mayor densidad de materia. De ahí la importancia de lo manifestado por Gurdjieff, en el sentido de que tu “nivel de ser atrae tu nivel de vida”. Así que mucho cuidado de lo que nos quejamos, porque lo que somos, tenemos o no tenemos en la vida, se debe precisamente a nuestro nivel de ser.
Es importante decir, que precisamente en el hombre desarrollado a un cierto nivel, es en quien existen las posibilidades para cristalizar algo que puede ser usado en el “futuro” en favor de la esencia.
A esto se le conoce en el sistema, como la transformación en un principio del mayordomo delegado y posteriormente, en el mayordomo, quienes serán los que reciban las órdenes del amo y las ejecuten fielmente, sin distorsión alguna.
De ahí la importancia de la cita bíblica con la que se inició el presente texto. Mientras permanezcamos dormidos, mientras la esencia o el espíritu estén inactivos, los seres humanos, se moverán como auténticos “muertos vivientes”, con vida orgánica pero sin vida espiritual, es decir, les ocurrirá lo más grave que le puede suceder a un ser humano… NO EXISTIR.
martha cecilia
Muchas gracias. Excelente explicación.