Mientras un hombre no se separe a sí mismo de sí mismo, no puede alcanzar nada, y nadie puede ayudarlo.
Gobernarse es algo muy difícil: es un problema para el futuro; requiere mucho poder y demanda mucho trabajo.
Pero esta primera cosa, separarse a sí mismo de sí mismo, no requiere mucha fuerza, sólo necesita deseo, un deseo serio, el deseo de un hombre adulto. Si un hombre no puede hacerlo, demuestra que le falta el deseo de un hombre adulto.
Consecuentemente, es la prueba de que aquí no hay nada para él. Lo que hacemos aquí sólo puede ser el hacer apropiado para los adultos.
Nuestra mente, nuestro pensar, no tiene nada en común con nosotros, con nuestra esencia: ninguna conexión, ninguna dependencia. Nuestra mente vive a solas, y nuestra esencia vive a solas.
Cuando decimos «separarse a sí mismo de sí mismo» queremos decir que la mente debería separarse de la esencia. Nuestra débil esencia puede cambiar en cualquier momento, porque depende de muchas influencias: del alimento, de lo que nos rodea, del tiempo, del clima, y de una multitud de otras causas. Pero la mente depende de muy pocas influencias y por lo tanto, con un pequeño esfuerzo, puede ser mantenida en la dirección deseada.
Cada hombre débil puede dar la dirección deseada a su mente. Pero no tiene poder sobre su esencia; se necesita gran poder para dar a la esencia una dirección y hacérsela conservar. (Cuerpo y esencia son el mismo diablo.) La esencia del hombre no depende de él: puede estar de buen o mal humor, irritada, alegre o triste, excitada o tranquila. Todas estas reacciones pueden ocurrir independientemente de él.
Un hombre puede estar molesto porque ha comido algo que le ha producido este efecto.
Si un hombre no tiene dotes especiales nada se le puede exigir. Por lo tanto no puede esperarse de él más de lo que tiene. Desde un punto de vista puramente práctico, un hombre por cierto no es responsable a este respecto; no es culpable de ser lo que es. De modo que tomo este hecho en consideración porque sé que no se puede esperar de un hombre débil algo que requiere fuerza.
Se puede exigir a un hombre sólo de acuerdo con la fuerza que tiene para cumplir.
Eduardo Urrutia
La Mente es dúctil y maleable, y se acomoda a los designios de los estímulos del entorno, que le hacen vivir en una ficción permanente irreal; en cambio, la escencia del individuo son sus principios que responden a las «leyes naturales atávicas»; por lo tanto, se debe fortalecer la escencia del hombre, viviendo y empoderándose de lo profundo; así, lo superficial será «esclavo» de lo escencial y la vida cobrará sentido y razón.
David
Pensar o ser pensado