HISTORIA DE ALFREDITO – ALFREDO DE SANJUAN

HISTORIA DE ALFREDITOEsta es la historia de Alfredito, un niño como cualquier otro…

Al nacer, Alfredito no existía como tal, no había nadie que dijera, pensara o sintiera «ser Alfredito». Simplemente existía un SER en total sintonía con el universo y con todo lo que le rodeaba. Existía la sensación de fusión con todo y todas las cosas.

 

Conforme fue creciendo se vio envuelto en un gran dilema: en primer lugar dejó de sentir que él y el universo eran uno solo, que formaban una misma entidad inseparable y, lentamente fue dándose cuenta de que él y el universo, eran dos entidades separadas y diferenciadas… esto ocurrió de forma gradual por supuesto, no fue de sopetón, sino que sucedió poco a poco, lentamente… ahí fue conociendo y tomando forma algo que ahora nos parece muy familiar. Dos palabras de inmensa importancia en nuestras vidas: “Yo” y «Eso».

 

Primeramente Alfredito, con base en las constantes repeticiones que se le hacían, comenzó a llamar “Yo” a su cuerpo, sus brazos, pies, labios, etc. pero un poco más adelante se dio cuenta que sentía muchas cosas que antes no sentía y que había aprendido de los adultos, se enojaba, reía, lloraba, se entristecía y otras que no obstante no haberlas aprendido de los adultos eran nuevas para él como, sentir placer al comer o al defecar.

 

Entonces lentamente fue poniéndole “Yo” también a esas sensaciones que vivía por dentro y… más tarde comenzó a darse cuenta que podía ir a muchos mundos, estar en tantos sitios como quisiera, hacer infinidad de cosas con tan sólo imaginarlas y pensar en ellas y ni tardo ni perezoso también llamó “Yo” a esos pensamientos, imaginaciones y sueños que tenía. Esos “Yoes” iban creciendo y tornándose más y más complejos a medida que Alfredito crecía y se relacionaba con su entorno inmediato, en especial con sus padres, su familia y su escuela.

 

A cierta edad Alfredito, se vio en un dilema terrible, en una disyuntiva enorme, como si con unas tijeras invisibles hubiesen cortado su cuerpo en dos… ciertas cosas que gustaba hacer no eran permitidas ni aceptadas: llenarse de lodo, romper los platos, gritar y reír a todo pulmón, correr por la casa. Comenzó a darse cuenta que por algunas cosas que realizaba era premiado y por otras, a veces hasta por las mismas, era castigado… Alfredito no entendía porque no podía hacer lo que quería, lo que le daba la gana. Tenía ganas de llorar y su papá, sin explicarle el porque no se debe llorar, solamente le decía: «los niños no lloran«, lo mismo ocurría si tenía ganas de gritar o de reír y su mamá sin mayor explicación solo le decía: «silencio, tu papá está trabajando«. Podría alargar el cuento inmensamente, pero vale decir únicamente que Alfredito inmerso en este problema tuvo que escoger entre actuar o reaccionar y hacer solo las cosas que a pesar de no desear hacerlas, eran calificadas de «bueno» y dejar de hacer las cosas que se calificaban de «malo«. Tuvo que ceder gran parte de su vida,  en aras de no perder el amor, la aceptación y la valía a los ojos de sus seres amados, aquellos que en ese momento le parecían dioses que todo lo sabían, todo lo podían, todo lo hacían…

 

Alfredito creó un caparazón que le permitiera defenderse de lo que consideraba peligroso y la vez, relacionarse con el medio y conseguir ser querido y aceptado. Construyó un personaje de ficción, una falsa imagen de sí, acorde a lo que sus múltiples “Yoes” creían que le ayudaría a conseguir sus deseos o a no sentir tan duramente la frustración de no poder realizarlos; uno muy bueno, muy eficaz: creó una falsa personalidad, toda una obra de arte que le “ayudaría” a relacionarse con su entorno inmediato, con otras falsas personalidades, creando con todos esos “Yoes” complejos psicológicos que contribuyeron a la formación en él de una consideración interna, que más tarde le trajo muchos problemas, al sentir que no se le daba lo que merecía, lo que lentamente y con el paso de los años fue perfeccionado, agregándole colorido e identificándose con ese personaje de tal forma que desde entonces llama “Yo” a cualquier manifestación que se da con cualquier evento de la vida.

 

Con el transcurrir del tiempo fue creciendo y haciéndose más viejo, 20, 30 o 40 años después, Alfredito descubre información nueva, un conocimiento que le permite darse cuenta que su forma de concebir, sentir y encarar la vida y el mundo, no es la realidad ni que todo lo que piensa o siente, realmente existe. Que en el proceso de la formación de su falsa personalidad, la misma que le ha permitido sobrevivir e interactuar con el medio ambiente, lo hizo caer en un sueño muy profundo, dejándose de recordar a sí mismo, a lo que él realmente es y descubrió un mundo nuevo, lleno de posibilidades.

 

Se dio cuenta que existen muchas formas de ver, sentir e interpretar la vida. Que cada ser humano la filtra e interpreta de forma distinta y que, sin embargo, comparte con los demás un origen común.

 

Descubrió que con ese conocimiento, no solo comenzaría ya a darse cuenta, de su verdadero significado de vida sino que también le era posible darle paz, frescura, vitalidad, flexibilidad, inteligencia y espontaneidad en la forma de organizar y responder a la vida. Dicho de otra forma, pasó a ser director de la obra, en lugar de ser solo un mero personaje.

 

Alfredito, comenzó a darse cuenta que el “sufrimiento” que ha experimentado, no existe, que solo es una ilusión, que tenía el derecho a ser feliz y no ser negativo y que todo lo que la había pasado, era producto de no saber que era, quien era y cual era su sentido de vida,  pues la falsa personalidad que en otro tiempo le ayudó, no solo era obsoleta, pues le restringía, le constreñía y no le permitía respirar, impidiéndole ser libre, verdaderamente libre, dándose cuenta además, que la inmensa mayoría de los seres humanos están viviendo de la misma forma: representando un personaje que creen son ellos mismos.

 

Entonces Alfredito comenzó a entender primero y a comprender después, todo el cúmulo de experiencias que conforman su vida desde otra perspectiva, a través de observarse a sí mismo, de auto-conocerse y reconocer poco a poco a cada uno de sus “Yoes”, e ir despejando el camino, abriéndose hacia nuevas posibilidades de vivir y responsabilizarse de sí mismo y de su vida. Ahora puede ya darse cuenta, ser consciente de sí y de que muchas de sus insatisfacciones provienen de reaccionar ante la vida mecánicamente ante situaciones enteramente distintas, en lugar de hacerlo con voluntad y libertad.

 

En esas anda Alfredito, probando como SER LO QUE REALMENTE ES, con nuevas formas de ver al universo y nuevas maneras de ver, concebir el mundo, de sentir, vivir, expresarse y relacionarse con sus SEMEJANTES.

 

Y a ti ¿No te gustaría conocer el camino que recorre Alfredito? El nombre puede ser el tuyo o el de cualquiera otra persona, puedes cambiarlo si tú quieres, eso no tiene importancia alguna.

 

Probar no cuesta nada…no probar puede costarte más de lo que puedes imaginar.

Alfredo De Sanjuan
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