INICIACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO DE HELIÓPOLIS – AMOR DIVINO

publicado en: Cuarto Camino, P. D. Ouspensky | 0

Iniciacion de JesusJESUS SUFRE LA SEXTA PRUEBA DE LA FRATERNIDAD Y RECIBE EL SEXTO GRADO: AMOR DIVINO

En toda la región no había lugar más suntuosamente amueblado que las salas de la belleza del templo del sol.

Pocos estudiantes han entrado en esas magníficas salas; los sacerdotes hablaban de ellas con temor y les llamaban las salas de los misterios.

Cuando Jesús hubo logrado la victoria sobre el temor, obtuvo el derecho de entrar en ellas.

El guía condújole y después de pasar por muchas salas ricamente amuebladas, llegaron a la sala de la armonía; y en ella Jesús fue dejado solo.

Entre los instrumentos de música que allí había, encontrábase un arpa, y Jesús sentóse exactitud pensativa, contemplando el instrumento; mientras tanto, silenciosamente entró en la sala una doncella de turbadora belleza.

Sentóse ella ante el arpa; pulsó las cuerdas con suavidad exquisita y, arrancando al instrumento dulces sonidos, entonó cánticos de Israel.

Y Jesús quedó fascinado; tal hermosura jamás había sido contemplada por él; como aquella música nada había él escuchado jamás.

La doncella entonó sus cánticos; ella no pareció notar que alguien estuviera allí cerca; después se levantó y salió de allí.

Y Jesús, hablando consigo mismo, dijo en voz alta: ¿qué significa este incidente? Yo no sabía que entre los hijos de los hombres pudiera encontrarse tan fascinadora hermosura, ni tan soberano encanto.

Yo no sabía que la voz de los ángeles fuera un don de la forma humana o que la música seráfica pudiera alguna vez brotar de los humanos labios.

Por muchos días sintiese Jesús fascinado; la corriente de su pensamiento seguía un nuevo curso; él no pensaba más que en la cantadora y en sus cánticos.

El ansiaba verla una vez más y después de algunos días ella apareció; ella le habló y puso su mano sobre la cabeza de él.

Al contacto de ella toda su alma vibró, y en ese momento olvidó la obra que había sido enviado a hacer.

Pocas fueron las palabras que la doncella pronunció y presto de ahí salió; mas el corazón de Jesús había sido ya tocado.

Una llama de amor habíase encendido en su alma y fue puesto cara a cara con la mas terrible prueba de su vida.

El no pudo dormir, ni comer. El pensamiento de la doncella venía a él y no podía alejarlo. Su naturaleza carnal gritaba imperiosa en él, demandando la presencia de ella.

Y entonces él dijo: He aquí, yo he vencido a cada uno de mis enemigos con los que me han confrontado; ¿seré yo vencido ahora por este amor carnal?

Mi Padre envióme aquí para postrar el poder del amor divino, ese amor que alcanza a toda cosa viviente.

¿Habrá de ser absorbido este puro y universal amor, por el amor carnal? ¿Habré de olvidar a todas las demás criaturas y disipar mi vida con esta hermosa doncella, por más que ella sea el más elevado tipo de belleza, pureza y amor?

Sinitióse conmovido hasta lo más profundo de su alma y por largo tiempo luchó con este angélico ídolo de su corazón.

Más al finalizar el día, dábase casi por vencido, su “yo” superior levantóse potente; él encontróse a sí mismo nuevamente y entonces dijo:

Aunque mi corazón se haya de hacer mil pedazos yo no fracasaré en ésta mi más ardua labor; yo obtendré la victoria sobre el amor carnal.

Y cuando de nuevo la doncella apareció y le ofreció su mano y corazón, él dijo:

Hermosa, tu sola presencia me llena de deleite; tu voz conmueve a mi alma y la llena de arrobamiento; mi “yo” humano volaría hacia ti y sería feliz con tu amor.

Mas el mundo entero anhela un amor que yo he venido a manifestar.

Por ello debo mandarte a que te retires de mí; mas nos encontraremos después; nuestros senderos por la tierra no estarán alejados unos del otro.

Te veo entre las ansiosas multitudes de la tierra como ministradora de amor; escucho tu voz que entona cánticos que elevan los corazones de los hombres a cosas mejores.

Y entonces, llena de tristeza y bañada en lágrimas, la doncella marchóse, y Jesús quedó de nuevo enteramente sólo.

E instantáneamente los grandes gongos del templo sonaron; los cantores entonaron un himno nuevo y la sala resplandeció de luz.

El hierofante mismo apareció y dijo: ¡Salud, triunfante Logos, salud! EL VENCEDOR DEL AMOR CARNAL HA ALCANZADO LA CIMA. Y entonces puso en manos de Jesús un pergamino en el que estaba escrito: AMOR DIVINO.

Juntos salieron de la sala de la belleza y en la sala de los banquetes celebrase una fiesta y Jesús fue el huésped de honor.

INICIACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO DE HELIÓPOLIS   P. D. OUSPENSKY
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