LA IMPORTANCIA DE BUSCAR: NO SABER ES FORMIDABLE. (Nathalie De Salzmann De Etievan).

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Al niño le atrae por naturaleza el buscar. Lo que pasa es que no lo llama así, ni el adulto lo reconoce como tal.
Sin embargo, la búsqueda es algo que nos hace sentir bien y nos enseña a comprender. Lo que nos impide reconocerla es nuestro modo de acercarnos a ella.
A veces el resultado de esa búsqueda puede desconcertar porque no es lo que uno espera. En la búsqueda no se debe proyectar el resultado: uno debe ir abierto. De lo contrario no es una búsqueda.
Sin embargo, la mayoría de los seres, por miedo a lo desconocido, por temor a una reacción de la que no saben nada de antemano, no quieren permanecer abiertos y proyectan lo conocido para sentirse seguros. Uno debe continuar buscando. Debe evitar conclusiones y afirmaciones que paralizan o estancan la búsqueda. Hay que mantener una pregunta viviente, ¡y hay tantas…! ¿Qué es la vida? ¿Qué es educar y para qué? ¿Cuál es realmente la diferencia entre un adulto y un niño? ¿Qué comprendo de esa diferencia?
Para el niño es importante entender que no todo es perfecto. Que es necesario seguir buscando algo más satisfactorio. Algo mejor. El principio de una búsqueda, de un aprender, es abrirse a las preguntas. Pero abrir a los niños a las preguntas es siempre difícil porque nosotros, los adultos, no las tenemos. Hacerse preguntas no es cómodo y la comodidad es lo que rige nuestras vidas.
Sin embargo, si somos educadores, si somos padres, tenemos que sacudirnos esa comodidad y ese anhelo de seguridad, y plantearnos preguntas. Preguntas que tenemos que compartir con los niños. Si uno tiene una pregunta y la comparte con el niño, éste es el comienzo de un aprender. Un aprender compartido.
La búsqueda es necesaria porque al estar el niño ante algo, sin una idea preconcebida, el acto de buscar lo abre a lo desconocido. De ese modo, el «no saber» deja de ser un pecado, para convertirse en un incentivo y en un interés por buscar más. Esto es muy importante, porque al niño a quien se le enseña que es «un burro» porque no sabe, va a creerse menos que otros. No va a tener confianza en sí mismo sino en su mente y en la importancia del saber intelectual. Lo que es peor, no buscará y su manera de ser será pasiva. De esta forma, su verdadera inteligencia no se desarrollará… la verdadera inteligencia sólo se desarrolla en la búsqueda.
La actitud de buscar resguarda al niño de llegar a ser un adulto que «lo sabe todo». Un niño que no se pregunta, que no sabe buscar, perderá también su posibilidad de algo más espiritual, de buscar dentro de sí el porqué está en esta tierra y cuál podría ser su función, su utilidad. La necesidad de buscar le dará, cuando sea mayor, la posibilidad de buscar la verdad. Y en el mundo no hay ninguna cosa que produzca tanto placer, tanta felicidad real, como el encuentro con la verdad, la propia y la ajena, ¡que es la misma! En el momento en que aparece, da vida a todo. Pero el precio que tenemos que pagar por ella es alto.
Necesitamos hacer muchos esfuerzos antes de presenciar o vivir una verdad. Por eso es tan importante dar a los niños el sentido de la búsqueda.

Nathalie De Salzmann De Etievan
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