LA INVISIBILIDAD DE UNO MISMO (Maurice Nicoll) Parte 4

publicado en: Cuarto Camino, Maurice Nicoll | 0

Maurice NicollCuando nos detenemos a considerar que la imagen del mundo que cae sobre la retina es bidimensional, y que tal es la fuente del contacto con la escena exterior, no nos es difícil comprender que Kant llegase a la conclusión de que el mundo físico lo crea la mente, y que establezca las leyes de la naturaleza debido a ciertas disposiciones que le son innatas y que ordenan el influjo de las impresiones externas, creando un sistema organizado.

Los sentidos únicamente nos proporcionan mensajes. Con ellos creamos el mundo visible, audible y tangible, mediante alguna acción interna de la mente, mediante algo que, en si, es algo más que los mensajes.

Pero es sumamente difícil persuadirse de que esto es así, pues, para poder hacerlo, tendríamos que desprendernos de la abrumadora impresión inmediata de una realidad externa en la que estamos invariablemente sumidos. Este esfuerzo es de la misma naturaleza peculiar que aquél que se precisa para darse cuenta de la propia invisibilidad de los demás.

Estamos sumidos en apariencias. Este es uno de los significados tras la idea de Maya del pensamiento filosófico de la India. No estamos separados de lo externo porque lo damos como hecho real. Estamos entremezclados con él a través de los sentidos, y sobre este hecho se moldea nuestro pensamiento, o sea sobre los sentidos.

Y aquí tenemos dos ideas: la primera es que en nuestras formas de pensamiento vamos en pos de aquello que los sentidos nos muestran acerca del mundo; la segunda, que tomamos lo externo como una realidad en si misma y no como algo que tiene una conexión con la naturaleza de nuestros sentidos. ¿Qué es lo que significa el hablar de apariencias? Incluyamos en este término todo cuanto nos muestran los sentidos. Nos muestran el cuerpo de una persona, su apariencia exterior. No nos muestran su ser consciente, su espíritu o su alma; no nos muestran su historia, su vida, todo cuanto ha pensado, hecho, amado y odiado. No nos muestran casi nada acerca de ella. Pero nos aferramos al aspecto aparente como si fuese lo principal. No nos muestran ni el aspecto invisible de la persona, ni el aspecto invisible del mundo. Pero todo cuanto consideramos real y existente está permanentemente confundido con lo que nos revelan los sentidos.

Maurice Nicoll
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