El naturalismo, o el materialismo científicosubraya las diferentes partes materiales que entran en la composición de cualquier objeto, y en ellas busca la ‘causa’. Y pasa por alto la idea que se encuentra tras de toda materia organizada. Su atención queda sujeta a aquello que se manifiesta en el tiempo y en el espacio, de tal suerte que no puede menos que buscar el origen causal en las partes constituyentes más pequeñas de cualquier organismo, y también en el tiempo precedente, o sea en el pasado.
El momento del origen de la silla en el tiempo y en el espacio puede tomarse como el momento en que el primer trozo de madera recibe una forma para su construcción. Visiblemente, la silla empieza con el primer trozo de madera, así como una casa empieza con el primer ladrillo. Pero antes del principio de la silla, o de la casa, en el tiempo y en el espacio, existió la idea en la mente de alguien. Antes de que se coloque el primer ladrillo, el arquitecto ya tiene, en la mente, toda la concepción de la casa. Pero al trasladar esta idea a su visible expresión, la parte más pequeña de la casa aparece primero en el tiempo que pasa. El arquitecto piensa primero acerca de la idea como un todo, piensa acerca de la casa como una totalidad, y de aquí parte la sucesión de detalles cada vez más y más pequeños. Pero al manifestarse en el tiempo, este proceso se revierte. A fin de poder manifestar su expresión, la fuerza de la idea tiene que pasar primero al detalle más pequeño, o sea que un simple ladrillo es el primer punto de la manifestación de la idea de la casa. La primera expresión de una idea en el tiempo y en el espacio es un solo constituyente de la materia elemental. Sin embargo, en la mente del arquitecto la idea es un todo completo, pero lo es de un modo invisible. La casa terminada expresa la idea en. forma visible. La casa ha crecido, por así decirlo, como algo intermedio entre el primer término, la idea, y el tercero, la parte de materia elemental. En un sentido más amplio, puede decirse que existen dos tipos de mente: una que argumenta partiendo del primer término, y la otra que argumenta partiendo del tercero. Lo que es necesario es la unión de ambos puntos de vista.
La dificultad estriba en que, debido a las leyes del tiempo, aun la idea más completa y acabada debe necesariamente expresarse en una secuencia, en una manifestación visible y, antes que nada, en su forma más elemental. Posible es que sea necesario pasar por un largo período de alzas y bajas, de aciertos y de errores, antes de que se pueda llevar a cabo debidamente la idea en la manifestación. Y siempre parecerá —a los sentidos— que el primer material elemental, que no fue sino el punto de partida de la idea en su tránsito a la manifestación visible, es en sí mismo la causa de todo cuanto le sigue. Parece que así fuera. Y es debido a esta apariencia que ha nacido la moderna doctrina de la evolución.