1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén. 2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad. 3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? 4 Generación va, y generación viene; más la tierra siempre permanece. 5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. 6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo. 7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo. 8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír. 9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol. 10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. 11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.
Uno de los temas que hemos decidido abordar el día de hoy, el de la ley de tres, quizá sea uno de los más documentados en la literatura del Cuarto Camino, motivo por el que desde el punto de vista teórico, seremos lo más breves posibles por cuanto a su explicación, tratando de hacerlo lo más vivido posible, por cuanto hace a su importancia en nuestras experiencias cotidianas y que tiene relación directa con el segundo tema. el del hilo lógico, que si bien es cierto, es tocado superficialmente por los libros que conocemos del Trabajo, también lo es que no se profundiza en él de forma suficiente, ya que se requieren años de trabajo interior intenso para acercarse a una explicación aceptable del mismo, pero como veremos más adelante, se visualizará de forma clara con los ejemplos que usaremos para tales fines.
Para empezar, diremos que la ley de tres, es la que no habla de que hasta la más mínima manifestación de lo existente en el universo, requiere forzosamente del concurso de tres fuerzas, una fuerza activa, una fuerza pasiva y una fuerza neutralizante y parte de la idea fundamental de que vivimos en un universo creado, que a su vez es un universo ordenado por otra ley, conocida como ley de siete o de octava.
Dichas fuerzas las podemos ver reflejadas en el diagrama del rayo de creación y se les conoce como las tres fuerzas de la creación.
La primera fuerza, activa es la que da inicio a todo.
La segunda fuerza, pasiva, por decirlo de alguna forma, es la que genera cierta resistencia.
La tercera fuerza, neutralizante es la que pone en equilibrio y conexión a las dos primeras.
Esta ley la encontramos en todo lo que existe en el universo, en cualquiera de sus manifestaciones y por supuesto en el hombre también.
La unión de estas tres fuerzas, genera lo que se ha dado en llamar tríada de fuerzas, las que a su vez, generan otras y otras, en una cadena que va del cero al infinito, para cada una de las escalas o niveles del rayo de creación y en particular de cada cosa existente.
Esto nos explica, la secuencia de la ley de tres en la creación y la razón de ser de cada cosa.
La unión de las tres fuerzas, dará lugar a una manifestación o evento, son creadoras en su punto de fusión y la manifestación o evento producto de la fuerza neutralizante, podrá convertirse a su vez, en fuerza activa o pasiva de la siguiente tríada con la consecuente existencia de la fuerza que será la neutralizante. Es importante comprender que ninguna de las tres fuerzas por separado, puede producir manifestación alguna, así como tampoco solo dos de ellas pueden producir nada. Como se dijo, se requiere del concurso de las tres fuerzas para la generación de una manifestación, sea esta cual sea.
A su vez, para su comprensión la ley de tres puede dividirse a su vez en dos: la ley de tres externa y la ley de tres interna.
Ley de tres externa.
La primera, puede ser la consecuencia de la creación misma y en la que intervienen diversos factores ajenos a la voluntad de hombre. Ejemplo: Pensemos en todos los eventos que tuvieron que suceder desde el momento en que el Absoluto, Dios, Ser Creador o como quieran llamarle, partiendo de la Unidad que contiene a su vez la ley de tres primaria (voluntad, pensamiento y propósito, Dios no manifiesto) decidió crear el universo (con el estallido del Big Bang, Dios manifiesto) hasta la aparición del primer Homo Sapiens Sapiens, sobre el tercer planeta de uno de los millones de sistemas solares, que orbitan una de las aproximadamente cien mil millones de estrellas, de una de las miles de millones de galaxias del universo, se tuvieron que dar una serie de leyes de tres sucesivas unas entre otras para que el hombre fuera la especie dominante sobre este planeta, entre las cuales podríamos destacar el asteroide que golpeó la Tierra, hace aproximadamente doscientos sesenta millones de años, responsable de la extinción masiva de los dinosaurios y de gran parte de las formas de vida existentes en el planeta, evento sin el cual, seguramente, los mamíferos no hubieran logrado evolucionar de la forma en que lo hicieron y que al final, se coronó con el surgimiento de los primeros homínidos en el sur de África, hace aproximadamente siete millones de años, con el Australopitecus Afarensis (según las teorías evolucionistas más aceptadas) hasta el Homo Sapiens Sapiens, única especie dotada de esencia o espíritu, como la manifestación directa de la inteligencia de Dios sobre la Tierra.
Llevemos ahora el ejemplo a nosotros mismos, en nuestra muy particular existencia, reflexionemos en todos los eventos que han ocurrido para que estemos donde estamos y que seamos lo que somos, gran parte de nuestra vida bajo la ley de accidente, en la que no hicimos nada, todo nos sucedió y sobre como hubiera cambiado nuestra condición actual si uno solo de esos eventos hubiera sido diferente, todo fue una sucesión de leyes de tres externas, generadas algunas de ellas, por leyes de tres internas, que será precisamente de lo que hablaremos a continuación. Sobre este punto, hay una película que protagoniza Brad Pitt y Cate Blanchet, titulada “El curioso caso de Benjamin Button” (Basada en la novela de Scott Fitzgerald), en el que se define con precisión a la vida (ley de tres externa) como una “sucesión de eventos sobre los cuales nosotros no tenemos control alguno”. Definición que puede ser complementada de la siguiente forma: Sucesión de eventos, benévolos o adversos sobre los cuales el hombre no tiene control alguno.
Ley de tres interna
Al igual que la ley de tres externa, la interna está conformada por tres fuerzas, la activa la pasiva y la neutralizante.
Es muy fácil de identificar cuáles son las tres fuerzas que juegan en esta ley.
En el caso de un muerto, un dormido o mecánico, las tres fuerzas son:
Activa: La Falsa Personalidad.
Pasiva: La Esencia o Espíritu.
Neutralizante: La vida o eventos exteriores.
En el caso de una persona que se encuentra bajo la influencia del Trabajo, desarrollando conciencia, es un hombre equilibrado y en franca evolución (hombre 4) o que de plano ya es un hombre consciente (5, 6 o 7)
Activa: La Esencia o Espíritu.
Pasiva: La Falsa Personalidad.
Neutralizante: Trabajo interior o desarrollo de conciencia.
Ahora que ya sabemos cómo se integra la ley de tres interna, se han de preguntar cómo es posible que la ley de tres interna influya en la externa y viceversa.
Viene aquí un ejemplo: Pensemos en un individuo del sexo masculino que tiene activa su falsa personalidad, con la que ha vivido siempre, con falta de unidad psicológica, es decir, se ha comportado mecánicamente toda su vida, siempre ha reaccionado ante los eventos de la vida, por lo que resulta evidente que su ley de tres interna es: la falsa personalidad es su fuerza activa, su esencia la fuerza pasiva y el mundo exterior la fuerza neutralizante. Dicho individuo se encuentra en su oficina trabajando, cuando de repente recibe un mensaje anónimo en su celular, en el que le informan sobre la supuesta infidelidad de su esposa, que justo en ese momento en el que él se encuentra trabajando, su esposa le está “poniendo el cuerno” y para mayor deshonra, en su propia casa, en la cama donde duerme con ella.
El individuo, que nunca ha realizado nada por desarrollar su conciencia, sufre de un choque emocional, se disparan los yoes de los celos, de la indignación y lejos de observarse, se levanta como un resorte de su asiento y le dice a su secretaria que suspenda todos sus compromisos y sin dar mayor explicación, sale corriendo, llega al estacionamiento, enciende su automóvil y conduciendo de forma imprudente, se dirige a la salida del mismo y justo cuando va saliendo a una gran velocidad y sin tomar las debidas precauciones, atropella a un peatón que iba pasando por ahí.
Sin importarle lo sucedido y aun a sabiendas de las consecuencias que le esperan por ese acto, sigue su loca carrera para llegar a su casa. Se pasa varios altos, poniendo no solo en peligro su vida, sino la de otras personas también. Por fin, sudoroso e iracundo, se apea de su carro, abre la puerta de su casa con extrema ansiedad y se dirige sin más a la recámara, en la que al llegar, ve a su esposa plácidamente dormida en su cama y acto seguido, la despierta a gritos y le reclama, pidiéndole que le diga dónde está su amante. Su esposa sorprendida, le dice que no ha habido ni hay ningún amante, que está trastornado.
El individuo, cegado por la ira y los celos (yoes), no le cree, se acerca a ella y la empieza a golpear, ante lo cual ella trata de defenderse de dicha agresión y alcanzando una de las lámparas de mesa que hay en uno de los buros, le asesta tremendo golpe en la cabeza al hombre que lo hace tambalear, pero no perder el sentido, el hombre persigue a su mujer por la casa. Una mujer que habita una de las casas adyacentes, escucha los gritos de su vecina y en automático, llama a la policía, la que inusitadamente llega a los dos minutos de la llamada.
Cuando los oficiales entran a la casa, llegan a la cocina y observan una escena dantesca: El individuo con los ojos inyectados y llorosos, con un cuchillo cocinero en la mano derecha, la mirada perdida y todo el lugar, incluyéndolo a él, salpicado de sangre. La mujer yacía inerte en el piso, ya que el tipo le había propinado cuando menos unas treinta puñaladas.
Los policías, sacando sus armas de cargo le ordenan de inmediato tirar el cuchillo. El hombre, quien poco a poco, se va dando cuenta de las atrocidades que ha cometido, suelta el arma blanca y sin fuerzas, se tira sobre el cadáver de su esposa llorando, pidiéndole perdón, pero ya es demasiado tarde. Los oficiales lo aprehenden y lo procesan por doble homicidio, uno culposo, el atropellado y el otro doloso agravado. Ese hombre vivirá cosas indecibles en la cárcel y nunca jamás volverá a ver la luz del día fuera de ella.
La mujer asesinada era la hija única de un matrimonio que batalló toda su vida para poderla procrear. El dolor de sus padres al enterarse de su muerte, fue indescriptible y más lo fue, cuando supieron, después de la necropsia de ley que iban a ser abuelos, la mujer tenía un embarazo de tres meses, que ese día precisamente le iba a ser revelado al asesino en una cena romántica que la mujer tenía planeado hacer ese día.
Ahora pasemos con el sujeto al que este hombre atropelló. Este hombre se dirigía a su centro de trabajo, traía los audífonos puestos y venía caminando mecánicamente abstraído del mundo externo, con la atención dispersa en su celular inteligente, venía contestando diversos mensajes. Cuando llegó a la salida del estacionamiento, omitió voltear para los dos lados y lo que sucedió, ya lo sabemos, nunca supo que fue lo que pasó. Era padre de dos hijos pequeños, una niñita de dos años y un varoncito de cinco. Era el único sostén de su incipiente familia. Tanto el que lo arrolló como él, iban fuera de sí, con si ley de tres interna vertida hacia el mundo exterior.
Esas leyes de tres internas, produjeron una concatenación de leyes de tres externas nefastas para los involucrados en ellas, gobernadas indudablemente por la ley de accidente.
En el ejemplo anterior, se perdieron tres vidas y una más si consideramos la del esposo asesino, sin tomar en cuenta todas las consecuencias que un simple mensaje anónimo provocaron, en las vidas de las demás personas que resultaron afectadas. Todo producto de por lo menos dos leyes de tres internas equivocadas.
Esto nos lleva de forma inmediata con el mismo ejemplo, a preguntarnos que hubiera sucedido si la ley de tres interna del sujeto al que le llega el mensaje anónimo, fuera inversa a la que tuvo, es decir, si la fuerza activa fuera la esencia, la fuerza pasiva la falsa personalidad y la fuerza neutralizante el trabajo interior para el desarrollo de conciencia. Resulta claro pensar, que si hubiera sido así, el sujeto en cuestión al recibir el mensaje, se hubiera observado a sí mismo, hubiera nulificado los yoes de los celos, razonaría que aun y cuando fuera cierto lo que decía el mensaje, sus yoes de celos carecerían de fundamento y más tarde, habiendo concluido con su jornada laboral, llegando a su casa con paz y claridad mental hubiera aclarado las cosas con su esposa, la que seguramente le pediría que le mostrara el mensaje, identificaría el número como el de uno de sus exnovios resentidos, le diría que la información es a todas luces falsa y como colofón, le daría la buena noticia de que serían padres. Todo lo demás que ocurrió no hubiera sucedido.
El hilo lógico
Habiendo ya explicado lo que es la ley de tres en sus dos aspectos, sabemos ya que una sola ley de tres puede concatenarse ad infinitum con otras, sin que en muchos casos sea posible medir las consecuencias de la ley de tres originaria.
Sin embargo, para una persona que lleva mucho tiempo trabajando interiormente y ha desarrollado cierta capacidad de observación no solo de si, sino del entorno que le rodea, le es posible “hilar lógicamente” con razonamiento, construcciones intelectuales, las consecuencias de un determinado evento (ley de tres originaria), dando con altas probabilidades de acertar, el resultado de la conjunción de todas las leyes de tres que se desataran de no cambiar el sentido de los eventos desencadenantes entre sí.
Un ejemplo de un hilo lógico, es lo que mencioné en uno de mis ensayos anteriores titulado “Reflexión sobre una no esperanza” en el que se establece lo siguiente: “Sin embargo, con la única parte que me muestro en desacuerdo, radica en que dé acuerdo con mi propia experiencia, estoy convencido que tal y como se presentan las cosas en la actualidad, tengo la duda fundada de que la humanidad logré algún día comprender que el único camino verdadero a la felicidad es la comprensión de la existencia y de sí mismo, ya que eso implicaría por simple lógica que la humanidad entera nos sacudiéramos todas aquellas ideas que nos han sido insertadas en el cerebro, para comprender nuestro origen común y nuestro carácter divino, al ser como Espíritus, la manifestación de la inteligencia de Dios sobre la Tierra.
Y dicha duda se funda, como dije en que estoy plenamente convencido de que, con pleno respeto a todas y cada una de las confesiones religiosas que existen en el mundo lo digo, la humanidad ha perdido oportunidades valiosísimas y únicas para poder hermanarnos como especie, pero lo más importante, como Espíritus. Éstas solo han tenido como efecto, la
división, la exclusión de la una por la otra, la permanente intención de supremacía de las unas sobre las otras. Y ni que decir de todos los esquemas de dominación, tanto sociales como políticos y económicos, que mantiene sumido a un gran porcentaje de la humanidad, en un sueño profundo, que le impide despertar.
A este paso y siendo antagónico con lo que muchos que dicen y no se cansan de decir que la humanidad, como parte de un proceso evolutivo natural, llegara por fuerza a un estado superior de conciencia, el que suscribe, piensa y se sustenta en hechos fáciles de comprobar, que sí la humanidad, no hace verdaderos esfuerzos (conscientes) para cambiar internamente por cuanto hace a la concepción que tiene de sí mismo y del entorno que le rodea, para eliminar de sí el profundo egoísmo que guía todos sus actos, seguro estoy que será inevitable su fracaso evolutivo como especie y seremos como tal, solo otro experimento fallido de la naturaleza y terminará por extinguirse.”
Como podemos notar, el hilo lógico de esta reflexión parte del hecho incontrovertible de que la mayoría de la humanidad, no solo está dormida, sino que también no hace nada para despertar, están (a pesar de todo lo que se diga al respecto) conformes con lo que la vida les ofrece y por tanto, a este paso, sumadas todas esas leyes de tres internas equivocadas, traerán como resultado, la eventual extinción del Homo sapiens sapiens.
Esto es solo un ejemplo, pero si lo llevamos al terreno de la política, es fácil saber qué es lo que sucederá. Ahora, los exhorto a que lo lleven al terreno estrictamente individual, preparen el hilo lógico de su propia vida ¿Es alentador? O por el contrario, no presentan cambios importantes desde el punto de vista de su desarrollo espiritual. Créanme, que se pueden forjar verdaderas historias de terror.
Hagan un ejercicio de lo que está sucediendo en el mundo, tomen como punto de partida cualquier evento, que no sea producto de la naturaleza, como por ejemplo el hasnamuss de Trump. ¿Qué es lo que puede pasar con ese siniestro personaje como líder del país más poderoso del planeta?
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