LA MANO DERECHA Y LA MANO IZQUIERDA – ALFREDO DE SANJUAN

 

“Más cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha.”
Mateo 6:3

Los simbolismos que llevan las referencias que se hacen en distintos documentos sagrados y no sagrados, en relación con la mano derecha y la izquierda son quizá, de los menos investigados y de los que menos se ocupan los interesados en el mal conocido y peormente interpretado como “esoterismo”.

En la China uno da con la mano izquierda y recibe con la derecha. En la tradición cabalística, la mano derecha de Dios simboliza la piedad y la izquierda, la justicia. Se imparten bendiciones con la mano derecha y es también la mano de la casta sacerdotal mientras que la izquierda es la de los reyes.

En el juicio final, los escogidos están situados a la derecha de Dios y los rechazados a su izquierda. En la magia negra se invierte a sabiendas el valor simbólico de la derecha y la izquierda para llevar a cabo los actos ceremoniales con la mano izquierda, el lado izquierdo, etc.

En la China, el simbolismo de la derecha y la izquierda es particularmente destacado. El lado izquierdo (contrariamente al significado que tiene para el Cristianismo, como símbolo de la pasividad) para los chinos es símbolo del cielo, de la actividad y de lo masculino (asociado con el Yang), mientras que el lado derecho es la tierra, la fertilidad, el arado y el principio de la feminidad (el Yin). Según esto, en la China uno da con la mano izquierda y recibe con la derecha.

Zenón de Citio, uno de los más grandes exponentes del estoicismo, nos decía que todo el conocimiento es adquirido y que la mano derecha, es la receptora de éste y que apretando ésta a la mano izquierda se lo transmite al espíritu, es decir, que la mano derecha simboliza al cuerpo y que la izquierda a la esencia o espíritu.

Sin embargo, estimo pertinente desentrañar esos simbolismos a la luz del conocimiento del Cuarto Camino, dado que resulta evidente que los mismos contienen información de gran valor desde la perspectiva del desarrollo de la conciencia humana y su consecuente evolución.

¿A qué se refería Jesús cuando dijo que cuando se diera limosna, no supiera la izquierda lo que hace la derecha? (Obviamente, en clara referencia a las manos)

Para comenzar debemos entender que la limosna, genéricamente la podemos considerar no sólo como un acto de donación de un bien material de un ser humano a otro, sea cual sea la naturaleza de éste (predomina el dinero, en este caso), sino tal vez lo más importante, como un gesto de bondad del hombre para con su hermano, como una imitación de las finezas de Dios para con los hombres. Es decir, como es arriba, es abajo.

En este sentido, la limosna cobra otro sentido verdaderamente revelador, ya que no solo se trata de auxiliar al prójimo materialmente, lo que siendo honestos y objetivos, sería además de un acto inútil, vanidoso y egoísta, una ayuda exigua para quien la recibe, pues no le soluciona más que temporalmente sus problemas, básicamente de alimentación.

No, la limosna por tanto es y debe ser, un acto nacido de la esencia para ayudar al prójimo desde el punto de vista del desarrollo de la conciencia para su evolución interior, a través del aporte del conocimiento que tenga esa finalidad, a través de la entrega del “pan de vida”, esa es la verdadera limosna, un gesto de bondad con el hermano, algo que contribuya a su crecimiento espiritual, que al final de cuentas debe ser nuestro sentido de vida.

Por tanto, el dar limosna sin que se entere la mano izquierda de lo que hace la derecha, significa claramente que la mano izquierda, símbolo del espíritu o de los centros superiores no debe actuar de conformidad con lo que le dicte la mano derecha, entendida ésta como la conciencia adquirida, alma o centros inferiores, la limosna por tanto debe tratarse de un acto consciente transmisor en el mejor de los casos de influencias B, que le permitan al receptor crecer esencialmente.

De ahí precisamente que la siguiente indicación que da Jesús, es que la limosna debe darse en lo secreto, en lo íntimo del SER tanto del emisor como del receptor de la misma. De ahí que la limosna se relacione directamente con la idea de la verdadera misericordia, es decir, “estar de acuerdo con el miserable”, pero con el miserable de espíritu, no material, es decir aquel que carece del conocimiento para crecer como espíritu. Dar el “pan supersustancial” al que se refiere el Padre Nuestro.

En este sentido, queda claro que la limosna es un acto de amor hacia el semejante, en el que nos desprendemos de algo que nos pertenece como lo es el conocimiento interior, para permitir que el crezca en espíritu, cumpliéndose con ello el único mandamiento otorgado por Jesús: “Ama a tu prójimo, como a ti mismo”.

Concluyendo para dar limosna, es menester primero conocerse a sí mismo, lo que significa que «nos amamos” y segundo, con ese conocimiento de sí mismo, es factible conocer al universo y por ende, es posible amar al prójimo y solo entonces, estaremos en la posibilidad real y objetiva de dar limosna.

Alfredo Gerardo De Sanjuan Jiménez.
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