Dos de las ideas que se manejan en el sistema para el desarrollo de la conciencia humana y que son verdaderamente esclarecedoras para comprender muchos de los movimientos psicológicos que experimentamos, son precisamente las de las impresiones y los territorios psicológicos en los que vive un ser humano, que unidas a todas las demás que conforman el sistema como parte del todo orgánico que lo constituye, contribuye de gran manera para comprender las razones de las conductas de las personas, pero sobretodo, para conocernos a nosotros mismos y saber cuál es el territorio psicológico que estamos pisando y como debemos trabajar para crecer interiormente.
Antes de tocar el tema de los territorios psicológicos, es preciso hablar de las impresiones.
Como bien sabemos, dentro de los esquemas que nos enseña el sistema, particularmente en el de la canalización hidrogena, se encuentra la descripción del ser humano como un edificio de tres pisos en el que para subsistir requiere de tres alimentos, en los que se describen lo que se conocen como la octava del alimento, la octava del aire y por último, la octava de las impresiones, tema que por su extensión será tratado en otra ocasión. Lo importante aquí es saber cuáles son los alimentos del ser humano.
En este sentido, tenemos tres alimentos:
1.- Alimento común. Es el que nos proporciona la energía para vivir, pero se distingue del siguiente en cuanto a que si por alguna razón dejáramos de recibir ese alimento (sólido y líquido) podríamos sobrevivir un lapso de tiempo más extenso que si dejáramos de recibir los siguientes alimentos, es decir, el alimento del cuerpo físico es más grotesco que los que siguen, que son más sutiles.
2.- Aire. Cómo podrá notarse, este es más sutil y el tiempo de supervivencia sin él es mucho menor.
3.- Impresiones. Este es el más importante, es aquel sin el cual no podríamos sobrevivir como humanos dotados de conciencia, ya que con mucha independencia de que se reciba los otros dos alimentos, si no se recibe este tercer alimento, se pasaría a ser literalmente “un muerto en vida”. Este alimento lo constituyen las impresiones que se reciben del mundo externo, SIN IMPRESIONES, no funciona el cerebro, no funcionan ninguna de las mentes, como no sea de una forma instintiva o incluso asistida por medios artificiales. Por tanto se llega a la conclusión de que NINGUNA PERSONA PUEDE VIVIR SI NO RECIBE IMPRESIONES DEL MUNDO EXTERNO, ENTENDIDA LA IMPRESIÓN COMO TODO ESTÍMULO, VISUAL, OLFATIVO, GUSTATIVO, AUDITIVO O TÁCTIL QUE RECIBE UN HUMANO, CUYA INFORMACIÓN PUEDE SER PROCESADA POR EL CEREBRO HUMANO.
Las impresiones, son el medio a través del cual podemos conocer el mundo que nos rodea, pero también son las responsables de la conformación del aparato formativo, al que llamaremos también como sistema ideológico de una persona, sin importar el lugar del mundo en el que nazca, UNA PERSONA SIEMPRE TENDRÁ UN SISTEMA IDEOLÓGICO.
En este sentido, tenemos que las impresiones entonces juegan un papel de vital importancia en el ser humano y que como cualquiera de los dos alimentos ya mencionados debe ser “digerida”, es decir, debe ser procesada por el cerebro y más allá aun, debe ser psicotransformada.
Pero como cualquier alimento, las impresiones pueden ser de buena o de mala calidad, el problema es que al ser humano, NO SE LE ENSEÑA A DIGERIR LAS IMPRESIONES Y LA MAYORÍA DE LAS VECES, SE PROCESAN DE MANERA INCORRECTA Y SE QUEDAN GRABADAS EN EL CEREBRO HUMANO como lo que en este momento llamaremos “grabaciones equivocadas en el cerebro” y que lo peor, no sabemos que son equivocadas.
Esas grabaciones en el cerebro, con el paso del tiempo van “tomando el poder” y se lo arrebatan a la ESENCIA que somos y la hacen caer en un “profundo sueño”, formando una falsa concepción de la realidad, lo que se conoce como FALSA PERSONALIDAD. Esas grabaciones son las que nos enseñan “a ser felices” “a estar tristes” o “a estar iracundos” cuando se disparan los eventos en la vida que nos enseñaron a tener esos estados, llegando a considerarlos como normales o parte de la vida cotidiana.
Para resumir, esas grabaciones se van formando en nuestra psicología como entes que dicen ser YO a cada momento y llegan a constituir una multitud de YOES contradictorios entre sí y que nos han robado la UNIDAD que éramos al ocupar el cuerpo humano al momento de nacer.
Esquematicemos los “territorios psicológicos” de los que hablamos, de la siguiente manera:
Imaginemos un edificio en el que hay una multitud de pisos partiendo de la planta baja hacia arriba y unos cuantos sótanos hacia abajo. (Esto es solo un esquema didáctico planteado para su mejor comprensión)
Pues bien, un territorio psicológico, dependerá del alimento del sujeto (impresiones) y particularmente de su NIVEL DE SER, que no es otra cosa que la FRECUENCIA VIBRATORIA DE LA ESENCIA DEL SUJETO, si su frecuencia vibratoria es lenta, el sujeto tendrá un NIVEL DE SER BAJO y viceversa, si su frecuencia vibratoria es alta, tendrá un NIVEL DE SER ALTO. No es posible medir las frecuencias vibratorias de los sujetos, más que por los resultados de sus actos, es decir, como decía Jesús “Por sus frutos les conoceréis”. (Aunque esta frase también tiene otra connotación que por el momento no se explicará)
Eso nos puede dar una idea del nuestro nivel de ser. ¿Cómo? Sabiendo que somos o que no somos capaces de hacer. Ejemplo. Un terrorista suicida que se explota a sí mismo, matando a muchas personas con ese acto, es una persona con un bajísimo nivel de ser y que por tanto pisa territorios psicológicos muy bajos. Vive digámoslo así, en los sótanos del edificio del que hablamos.
Ahora bien, quien ya se empezó a inconformar con la vida, porque por más que le ha buscado no ha encontrado su paz y felicidad en ella, normalmente ya tiene un nivel de ser adecuado para empezar a aspirar a cambiar de “piso” en ese edificio, en el que solo hay una clase de alimento, impresiones de mala o en el mejor de los casos, de mediana calidad que ya no lo “nutren”, no lo satisfacen y de vez en cuando llega a alimentarse de impresiones de alta de calidad que de repente “lanzan al piso de abajo” los que viven en los pisos superiores, para que solo algunos de ellos, puedan subir.
Es decir, que en los pisos superiores, el alimento es de mucha mejor calidad.
Valga una burda comparación de lo que se dice, con esto:
La gente que vive en los sótanos del edificio, come “excremento” pero como no conoce otro alimento, cree que es una delicia.
Los que viven en la planta baja, comen carne descompuesta, que de alguna forma es mejor que el excremento, pero que no deja de ser un alimento de malísima calidad. Y así sucesivamente, el alimento mejora mientras más pisos se suban del edificio.
Recordemos aquí que el alimento son las impresiones que recibimos y que debemos digerir de manera adecuada.
Cuando las personas comienzan a desarrollar conciencia, se dan cuenta primero de que el alimento que reciben es de mala calidad y lógicamente procurarán conseguir nutrirse de un mejor alimento (impresiones de altísima calidad, el pan de vida del que hablaba Jesús) y buscan con grandes esfuerzos lograr subir al piso siguiente y si lo logran, su nivel de ser creció. Es decir, cambiaron su territorio psicológico. Pueden ver hacia los pisos inferiores sin ser vistos, pueden ver lo que comen en esos pisos y se dan cuenta de la “comida asquerosa” que ingerían y ya no quieren volver ahí y si por alguna razón volvieran y vivieran ahí, harían todo lo que estuviera a su alcance para volver a los pisos superiores.
Conocer que territorios psicológicos son los que estamos pisando, contribuye a tener un conocimiento de sí más profundo y por tanto, a crecer interiormente.
El secreto que no es ningún secreto, para desarrollar la conciencia se encuentra en conocer cómo funcionan nuestras máquinas que tenemos por casa, que sepamos cómo se mueven nuestras psicologías, que sepamos que los territorios psicológicos que estamos pisando no son los adecuados, porque ya existe el deseo sincero en nosotros de subir al “piso siguiente”.
Alfredo De Sanjuan
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