LOS YOES Y EL AMOR – ALFREDO DE SANJUAN

Esta idea del Cuarto Camino, surge de la constatación de que el hombre en el estado en que se encuentra actualmente, no tiene una unidad psicológica, no existe un yo permanente, sino que su psicología se encuentra compuesta por una multitud de pequeñas entidades que denominaremos como “yoes”.

En este sentido, se hace un extracto de parte del Capítulo III, de mi libro titulado “La Frontera”, que explica este fenómeno:

– “¿Quieres decir que nos conducimos como máquinas?

– Exacto, pero una máquina que no funciona correctamente, pues para conducir una máquina se requiere conocerla en todas sus partes y utilizar cada una de ellas para lo que fue diseñada. Idea esta que nos lleva a un ineludible razonamiento, toda máquina requiere de algo o alguien que la maneje y que lo sepa hacer, sabemos ya que somos máquinas, pero entonces ¿Quién o que las maneja?

– Vaya pregunta que me haces, se supone que somos nosotros los que deberíamos manejarla.

– ¿Nosotros? ¿Quiénes? Verás, el hombre actúa de manera similar a una computadora y digo similar, porque es lo que más se le asemeja.

Veamos el ejemplo, cuando un ser humano nace, su cerebro es una zona de captación virgen, nueva, sin información del entorno que le rodea, es digámoslo así, un disco duro, sin carga de programa alguno que solo contiene las instrucciones básicas necesarias para su funcionamiento, a esto le llamaremos funciones instintivas, con una fuente de energía que lo nutre y que existía con antelación a ese disco duro, que justo cuando nace un ser humano, se conecta en frecuencia vibratoria, a ello le llamaremos esencia o espíritu, dotado de conciencia.

Conforme va creciendo el ser humano, ese disco duro es cargado con distintos programas, ocupando espacios que se encontraban vacíos, pero que ya estaban ahí, esperando la carga respectiva, esos espacios vacíos, tienen funciones analógicas de respuesta a los estímulos externos de la computadora, llamémosles periféricos, teclado, mouse, etc., dotados de sensores capaces de responder a los impulsos emitidos desde el mundo exterior, que en el caso del ser humano vendrían a ser los cinco sentidos, vista, tacto, oído, gusto y olfato. En este momento, es el espíritu quien conduce a la máquina, actuando de forma inteligente, es decir, adaptándose a las nuevas circunstancias que rodean a la máquina.

La máquina continúa su absorción de programas, entonces se dispara el funcionamiento de otras funciones que esperaban los estímulos adecuados para trabajar, estas funciones las podemos dividir en el ser humano, en tres, intelectual, emocional y motora, cada una con características diferentes pero complementarias, mencionando solo como referencia la función sexual, que también es biológica, pero que con el paso del tiempo, adquiere además su aspecto psicológico.

Sin embargo, la carga de esos programas es comúnmente incorrecta y ello genera conflicto en el funcionamiento de cada una de las funciones, generando conexiones equivocadas, las que necesariamente deben actuar en armonía para que el resultado sea el indicado, tratándose del cerebro humano hablamos del establecimiento de redes neuronales, que en este caso se forman como se dijo, de manera equivocada.

La computadora, entonces comienza a tomar solo la energía de la fuente y comienza ya, con los programas cargados a reaccionar por sí misma, sin conciencia de su existencia y respondiendo a los estímulos enviados por los periféricos de forma equivocada y cuando algún estímulo de los enviados, no encuentra su correspondiente función binaria en alguno de los programas causa conflicto y hace, por ejemplo, que se active la función intelectual, cuando lo correcto debió haber sido la emocional y viceversa, es decir, todo se convierte en un nada organizado, en el que la esencia perdió por completo el control de la máquina, quedando digámoslo así, como en estado de sueño, dormida, esperando recibir los estímulos correctos que la puedan poner en contacto de nuevo, con el disco duro, y empezar poco a poco a restaurarlo, eliminando los programas inútiles, conservando los útiles, logrando armonía con la máquina, pues esta es necesaria para que dicha esencia logre contacto con el mundo exterior.

Cuando la esencia, logra despertar de ese sueño, se da cuenta que ella no es la máquina, toma conciencia de sí y a través de esfuerzos de observación de la máquina, logra ir corrigiendo las conexiones equivocadas de la máquina y empieza a existir, a ver al mundo real tal y como es y no como los programas equivocados de la máquina los hacían parecer, aprende entonces a SER y con ello, genera ya la voluntad necesaria para mantenerse LIBRE de los influjos del mundo exterior, su FELICIDAD radica precisamente en el hecho de PERCIBIR SU EXISTENCIA, pues ella no dependerá de nada de lo que el mundo le haga parecer que es la felicidad, SE CONVIERTE EN UN SER DUEÑO DE SI MISMO, capaz de HACER y no ya como antes de que le sucedan las cosas, con capacidad de rectificar cuando los programas equivocados funcionan y de encauzar de forma correcta la energía que necesita, de ver las cosas con claridad y con una visión objetiva de ellas.

– Vaya, ¿Algo más que agregar? Esto es todo un tratado, ahora, quiero entenderte, ¿Quieres decir entonces que no somos uno, sino una máquina con una multitud de programas equivocados? ¿Qué vivimos en un estado de sueño? ¿Qué no existimos en realidad? ¿Qué no existe la felicidad? ¿Qué no existe el amor?

– Vamos por partes, iré respondiendo a tus preguntas una por una; Efectivamente no somos uno, es decir, carecemos de unidad puesto que nuestro cerebro ha tejido una cantidad incontable de redes neuronales equivocadas, a los que llamaremos “yoes”, pues cada una de ellas será en un momento un “yo”, en otro momento otro “yo” y así sucesivamente, esto por cuanto hace a nuestras conductas ante los eventos de la vida exterior, “yoes” que reaccionan de forma automática y mecánica de acuerdo a como fueron grabados, la unidad pues reside en la esencia o espíritu que somos, la única capaz de poseer la voluntad necesaria para actuar y no para reaccionar, la que debiera ser la que tuviera el mando de la máquina y no al revés, como se da normalmente.

Por otro lado, al estar activa esta parte del cerebro conformada por todas estas conexiones equivocadas, se forma lo que se denomina falsa personalidad, falsa por carecer de fundamento en lo absoluto y que depende para su funcionamiento exclusivamente de lo que acontezca en el mundo exterior, manteniendo pasiva a la esencia, es decir, dormida e inactiva, de lo que se obtiene el juego de tres fuerzas, una activa, una pasiva y una neutralizante, la activa será la falsa personalidad, la pasiva la esencia y la neutralizante lo será, la vida y el mundo exterior, quedando pues a la deriva y siendo esclavos de lo que la vida nos ponga, ya sea para ser “felices” o “infelices”; Cuando a través de la propia observación nos percatamos de lo equivocado de esas conexiones, tomamos conciencia de nuestra existencia y las corregimos, las fuerzas se invierten, SE DESPIERTA, tornando en pasiva a la falsa personalidad, en activa a la esencia y como tercera fuerza, neutralizante, el desarrollo de la conciencia, entendido éste como el incremento de la capacidad de percepción que de nosotros y el entorno que nos rodea tenemos, lo que se logra a través de esfuerzos distintos a los de la vida, no mecánicos, sino conscientes, puesto que tienen como propósito vernos y ver al mundo de forma objetiva, de ver las cosas como son y no como nuestros falsos y múltiples “yoes”, quisieran que lo viéramos.

Un ejemplo de ello, es la muerte de los seres humanos; todos sabemos que es inevitable, pero siempre la envolvemos con falsas nubes de fantasía y lo más cruento de todo, encubierta bajo el telón del sufrimiento, soportado éste por egoísmo, pues nadie sufre por los muertos, sufren por no poder volver a verlos, por no estar ya con ellos, es decir, que se sufre por la dependencia que generamos en relación con la persona que murió.

Lo que te he dicho, lleva consigo la respuesta a las otras dos preguntas, pues si somos esclavos de la vida exterior, es obvio que quien se mueve de acuerdo con ella, NO EXISTE, ES UN “MUERTO”, espiritualmente hablando, pues su esencia o espíritu es pasivo, solo quien logra despertar, es un ser “VIVO”, alguien que existe por lo que ES y no por lo que cree que es.

Ahora bien por lo que respecta al amor, debemos partir de la Creación, en la que encontramos que todo el universo se encuentra perfectamente estratificado en función de las diversas frecuencias vibratorias de todo aquello que se encuentra en él, en el que el primer plano encontramos a Dios, antes y después de la Creación y así sucesivamente, del primero al segundo existe un espacio que fue roto por la voluntad de Dios al momento de crear el universo, la que es la fuerza originaria que mantiene en tensión permanente al mismo y que nadie en realidad se ha preocupado en saber en que consiste o cual es su naturaleza, pero partiendo desde uno mismo, se puede decir que una de las consecuencias lógicas de la evolución del ser humano, es llegar al estado de amor, entendido éste como la comprensión total de todo y todas las cosas, pero de un amor consciente y no mecánico, es decir, un amor que no se base en nuestras equivocadas conexiones, sino un amor real, pues siendo el amor la fuerza que lo conserva y lo mantiene todo en el universo, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que la voluntad con la que Dios lleva a cabo la Creación es por simple lógica, el amor, por tanto, la creación como tal es un acto de amor de Dios, lo que nos otorga una visión grandiosa del universo en el que habitamos, pues sería tanto como constatar que el amor es y debe ser una constante, lo que tanto predicó Jesús de Nazareth.

El amor pues, si existe, pero no de la forma egoísta en que nos ha sido inculcado, pero este amor es uno solo para todos los seres humanos, lleva implícita la comprensión objetiva de lo que somos y para lo que estamos aquí, o sea que el amor mecánico, o sea el que se encuentra en nuestros “yoes”, no es amor, sino una ausencia de amor, entendida ésta como una falta de contacto en frecuencia vibratoria con la constante del amor divino que le es inherente a la creación, contacto que se dará en forma directamente proporcional a nuestro nivel de ser, es decir, a la frecuencia en la que se encuentre vibrando la esencia. Es por ello también que el odio, no existe, lo que existe es pues, una ausencia de amor.

El amor, en pocas palabras es una cualidad inherente al espíritu o esencia, que se da por medio de la comprensión de lo que somos y para lo que estamos, a través del desarrollo de la conciencia, cualidad también inherente al espíritu.

Además el amor debe ser visto a la luz de lo que Cristo decía: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza y Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, que visto desde el punto objetivo y con un claro mensaje para el desarrollo interior del hombre, nos quiere decir y de forma breve te lo expreso, lo siguiente:

Nadie puede amar más al prójimo que a si mismo. Pero amarse a si mismo implica cierto nivel de comprensión del hombre en relación consigo mismo y con el universo. En cuanto a la relación de pareja, veremos dos aspectos, que no es lo mismo amar que estar enamorado.

Amar requiere conocimiento de sí mismo hasta determinado punto, en su aspecto psicológico y del universo y las leyes que lo gobiernan, esto es el aspecto cosmológico. Amar es pues ponerse en contacto con la frecuencia vibratoria que como te dije es una constante en el universo, es ponerse en contacto con la “voluntad del Padre” y hacerla.

Estar enamorado es solo reaccionar de acuerdo con los “yoes” que se grabaron en el cerebro en casos de enamoramiento, que a la larga desaparecen y aparecen otros “yoes” de “desenamoramiento”, convirtiendo al paso del tiempo la relación en costumbre y rutina, algo que uno “tiene que hacer”, para estar bien con la sociedad. Esto es amor mecánico. Esto ocurre de igual manera con el “amor” que se dice sentir, por los padres, los hermanos, los hijos, los amigos y cualquiera otro que se llegue a mencionar como amor, amor que descansa en el egoísmo.

Por ejemplo, al decir que no queremos que sufran los que amamos, en realidad los que no queremos sufrir somos nosotros, pues si ellos sufren, nosotros sufrimos, ahí radica el egoísmo y lo falso de este amor, que al ser una “reacción mecánica” de los “yoes” que conforman la falsa personalidad, carece de fundamento lógico y objetivo.

Para quien ama con conocimiento, en estado de amor consciente, aun cuando sean solo vislumbres de éste último, los placeres y emociones que brinda el enamoramiento, quedan como simples emociones baratas, en comparación con el amor consciente que nace de la esencia, lo que se consigue, como ya te dije a través de esfuerzos conscientes que permitan llegar al estado de conciencia de sí.

Así, el ser humano al lograr ser cada vez más consciente de sí, se convierte poco a poco, en dueño de sí mismo, capaz de amar y la felicidad radicará ahora en el interior de cada persona, no dependerá en lo absoluto de los eventos externos que ocurran, ya sean benévolos o adversos.”

 

Alfredo De Sanjuan 
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